Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Fui al Palacio del Hielo

Hace falta certidumbre y, aunque rectificar es de sabios, también es necesario adoptar mejores ideas

Justo en el mes que acababa 2019 fui al Palacio del Hielo de Madrid. Nunca había ido antes, pero la ocasión merecía la pena. Desconocía de antemano cómo funcionaba aquello y qué podía encontrarme allí. Pues resulta que por haber, había hasta un cine y un sinfín de tiendas. Si algo me llamó la atención fue el hecho de ver a centenares de personas guardando la cola una tarde de sábado en la capital madrileña cuando el otoño daba sus últimos compases para disfrutar del hielo sobre patines. Y me llamó la atención porque aquí en Córdoba apenas hay una oportunidad al año para ponerse unas botas con unas cuchillas para desfilar sobre una superficie helada.

Pues allí que estuve y me dejé sorprender por las piruetas imposibles de los más aventajados, que seguían el ritmo de la música como si hubieran nacido con unos patines puestos. También cómo esas centenares de personas seguían la misma dirección y que apenas nadie diera un paso en falso y se saliera del camino. El principiante que no acaba de encontrar el equilibrio, el grupo de adolescentes buscando la pirueta más rocambolesca e inmortalizarla en las redes sociales. El grupo de amigos solidario que ayudaba al que se caía y se reía a más no poder. Quienes aplaudían al que estrenaba nueva edad…

Y todo eso se había quedado en mis recuerdos, pero la imagen de esa pista de hielo repleta de vida ha vuelto estos días a mi memoria después de que esas risas y esos gritos de alegría y sorpresa se convirtieran en el silencio más inhumano que puede existir. Ver centenares de ataúdes sobre esa pista de hielo reconvertida en morgue por culpa del coronavirus ha despertado en mí sentimientos dispares. Vida y muerte. He celebrado que se haya clausurado el Palacio del Hielo de Madrid como morgue improvisada y que, por fin, alguien del Gobierno haya tenido un gesto explícito de acompañamiento a las familias -nos acercamos ya a las 22.000 víctimas mortales-. Un gesto que hacía falta, sin lugar a dudas, como el minuto de silencio en la Carrera de San Jerónimo.

Un gesto de certidumbre que tan necesario es en estos días, en los que sí, que como todos sabemos rectificar es de sabios, pero también adoptar mejores ideas y no apuntarse la victoria después de una decisión errónea. Una certidumbre que cada vez se antoja más lejana, pero que es más que necesaria, como eso de que antes del domingo está el sábado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios