En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

El Padre de Caín

Hay momentos en la existencia de cada uno en los que diversos acontecimientos vividos, por lo trascendentales que llegan a ser, se van quedando grabados para siempre en la memoria, amontonados en un particular Cuéntame como pasó. A pesar de que esos acontecimientos se vivieran a una edad más temprana o más tardía, siguen tan vivos que uno podría detallar, cual Carlos Alcántara, qué estaba haciendo y cómo presenció -en vivo o en diferido- la toma del Congreso de los Diputados por aquellos guardias civiles comandados por el teniente coronel Tejero, el asesinato de John Lennon, los ataques terroristas del 11-M y el 11-S ó aquella terrible agonía vivida por España entera cuando la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (ETA) sentenció de muerte al más que inocente concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco.

Y en este último recuerdo me quedo, aunque echando la mirada algunos años atrás. Hace unos días, Tele 5 emitió una serie, El Padre de Caín, una serie valiente basada en una novela escrita por el exsecretario de Estado de Seguridad con Felipe González, Rafael Vera. No entro a valorar esas acciones que llevaron a Vera a cumplir condena por terrorismo de Estado, por el caso de los GAL, pero Vera sabía en primera persona de lo que escribía y refleja muy bien algo que parece que se nos ha empezado a olvidar desde que ETA realizó el anuncio del cese definitivo de su actividad armada el 20 de octubre de 2011. Parece que se nos ha ido olvidando poco a poco que España en general y el País Vasco en particular eran territorios comanche en los que se vivía con muchísimo miedo por la amenaza constante de una banda de asesinos. La de ETA fue una dictadura de las armas que duró 43 años, que segó la vida de 829 inocentes, y que sigue aún, como quien dice, a la vuelta de la esquina; una dictadura de esas rabiosas armas que sembraban días de plomo en los que, por desgracia, ya parecía que no era noticia eso de ver abrir telediario tras telediario con el penúltimo crimen en el nombre de la independencia. Los de ETA querían acostumbrarnos a eso, a algo que es imposible acostumbrarse; sobre todo si eres espectador directo. Con el visionado de El Padre de Caín, al Carlos Alcántara que llevo dentro la memoria le ha hecho revivir aquel inolvidable día en Madrid, en el que camino del metro para acudir a clase, a la Facultad de Ciencias de la Información, unos terroristas aprovecharon el atasco propio de la hora punta en plena plaza de Atocha para acercarse en moto hasta el coche en el que iba un militar y descargarle la pistola en la nuca. Eso no se olvida, como un amigo guardia civil no olvida tampoco que su vida en el cuartel de Intxaurrondo -en San Sebastián-, el mismo que retrata la serie, era como la de un sheriff en el Oeste. No, jamás se olvida y ojalá que jamás haya otra dictadura de las armas.

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