Mensaje en la botella

Ojalá llegue el ¿y ahora qué?

Estamos en capilla". La frase es del director del Conjunto Arqueológico de Medina Azahara, Alberto Montejo, en relación a la candidatura del yacimiento como Patrimonio Mundial, una decisión que debe tomar la Unesco en la cumbre de Manama (Baréin) y que precisamente arranca hoy. En más de una ocasión me he referido a la necesidad de que nuestro yacimiento más importante -de dimensión mundial, que a nadie se le olvide- obtenga no sólo este sello distintivo, sino un apoyo nítido de las administraciones y de toda la sociedad cordobesa. Como diría un castizo, la suerte ya está echada y ahora sólo queda que las señoras y señores de la Unesco -en una decisión más diplomática y política que técnica- acepten la propuesta española y que Medina Azahara se sitúe al nivel que merece.

Antes de nada, conviene apuntar que es lógica la preocupación previa, porque en esta Córdoba nuestra ya sufrimos el varapalo caprichoso de dejarnos sin Capitalidad Cultural en 2016, una frustración que aún colea y que nos deja ahora cierta reservas respecto a cómo funcionan estas cosas. Bien es cierto que entre ambos casos hay diferencias notables, como el hecho de que en esta ocasión no se trata de una competición entre ciudades y de que todos los bienes culturales a examinar, sólo ocho -entre los que se encuentra el yacimiento cordobés- cuentan con un informe favorable por parte de los responsables del Icomos. Con este diagnóstico previo, las sensaciones son buenas, pero lo dicho, habrá que esperar a esa ratificación de la Unesco.

La candidatura parece sólida, el trabajo de promoción -con algunos matices- ha sido positivo y la sensación es que cada día a más cordobeses les empieza a importar Medina Azahara. Por ello, hay que pensar ya en el día después, en cuando se rebaje la euforia por el logro y concluya la fase de postureo que muchos de nuestros dirigentes de la cosa pública ya tienen preparada. Para ello, habrá que poner sobre la mesa varias propuestas. La primera, y más evidente, es que el yacimiento hay que tomárselo muchos más en serio de lo que se ha hecho hasta el momento. Los altibajos de los últimos años -bien es verdad que la crisis ha pasado factura a los presupuestos- no pueden volver a repetirse, ya que las tareas pendientes en el conjunto arqueológico hay que acometerlas, sin prisa pero sin pausa.

Pero además, en ese trabajo deben participar todos. El Ayuntamiento, mediante la mejora del servicio de transporte hasta el centro de interpretación, un deber en el que se supone que ya está trabajando Aucorsa; mientras que la Diputación tiene que resolver lo antes posible el vial de acceso al yacimiento, con una carretera digna. El sector turístico también tiene que aprovechar el reconocimiento para darle un impulso a una actividad económica (un 11% menos de turistas en mayo) que no pasa precisamente por su mejor momento, mientras que los cordobeses hemos de adquirir el compromiso de presumir de un espacio cultural único y llevar ese mensaje al exterior. Sería el mejor remedio para que cuando se obtenga el sí de la Unesco y nos preguntemos ¿y ahora qué? tengamos ya la respuesta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios