Cuando uno empieza a mirar con actitud crítica a la juventud, es que ese uno, ha dejado de ser joven. Si ese mismo uno, tiene la nueva habilidad de valorar la realidad e interpretar los comportamientos y las nuevas actitudes humanas, ese, ha pasado a ser un observador maduro y analítico. Si ahora, como en aquel dibujo del jubilado ensimismado al mirar las obras de turno, nos sorprendemos girando la cabeza inmersos para no perdernos las pandillas de pre adolescentes, adolescentes, jóvenes y no tanto, posando, poniendo morritos, signos de victoria con dedos y pulsando el botón para conseguir el selfie perfecto y, esa realidad nos sobrecoge, es que empezamos a acercarnos a aquel señor observador de la obra.

Criticamos, no sé si con mucho o poco acierto, esas nuevas actitudes y comportamientos y es que tan solo, a nosotros no nos pilló, no quedábamos para hacernos fotos, el sentido del encuentro no era buscar el enclave para autorretratarnos, nos cuesta entender que la gracia esté ahora en meter barriga, parecer más altos, más delgados y más guapos en un paraje, que con dos filtros, se consigue que parezca sacado de aquella revista Paisajes del tren -antiguo también-. Nos sorprendemos al ver esas pandillas posando algo forzados y luego, seis miembros de la misma, aglomerados alrededor del móvil discutiendo por el encuadre, el fondo, el filtro, recortando y editando. Es curioso, son nuevos comportamientos para nosotros, que no crecimos con ello. Admitamos que son nuevos usos, nuevas costumbres de estas nuevas generaciones que han nacido y crecido con la tecnología integrada. Seguro que tienen muchos más puntos de encuentro con las nuestras que las que valoramos en la primera crítica al paisaje; serán el compartir preocupaciones propias de esos años, los primeros amores y desamores, el pavo inherente; que por ahí pasamos todos y, desde la excitación por el guateque, a la era de la movida, la super pop, sensación de vivir o la ruta del bakalao, no todas eran más sanas. Forrar las carpetas con las Spice Girls o Kelly Family, mientras ensayaban coreos de los Backstreet Boys, no los hacía necesariamente mejores.

Son y serán adolescentes, con actitudes adolescentes, siempre poco entendidos por aquellos que ya pasaron la etapa. Y esos, los de los selfies y el Instagram de ahora, crecerán y criticarán lo que venga, y les costará entender, como a nosotros hoy, su modo de actuar y comportarse en ese momento vital. Seguiremos girando la cabeza al encontrarnos móviles vueltos, pero intentemos mirarlos con cierta empatía, que nosotros también, seguro, hacíamos algo parecido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios