En cierta manera el norte de nuestro país no es tan norte, pero, como todo, depende desde donde se mire. Todo esto que está debajo de los Pirineos es sur. Muy rápido asociamos los conceptos que nos ofrecen los puntos cardinales con situaciones de poder, creo que nos ocurre inconscientemente: lo que está arriba y lo que está abajo, lo que funciona y lo que no tanto. Es curioso, pero el norte es como más serio y el sur como más divertido. Resuena la Carrá en nuestra cabeza, el inconsciente colectivo arrasa.

La ventaja que expresaba antes es que nosotros, todos, somos sur. Bueno, esto, claro está, si es que ser sur es ventaja. En el sur pequeñito (muy focalizado todo en dicha condición global compartida, sur frente al norte de Francia, muy sur respecto a Países Bajos o Alemania, ni te cuento cuánto sur en relación a Suecia o Dinamarca) hay también algunos nortes, que ya no son contados tanto como parte del sur que son, sino como nortes nortes del sur que tienen debajo.

Despeñaperros aquí es clave: del sur sur, que no es norte ni queriendo, al centro, que es ya norte, pero no demasiado, y en un plis plas laberíntico de M-no sé cuánto, pasar Guadarrama o Navacerrada y ya sí que es norte. El principio del norte, pero norte ya. Que luego más arriba es más aún, sin duda. Lo que es muy norte, muy norte, es lo que después te moja los pies.

Me dirán que olvido que hay nortes que están a los lados. Bueno, pues sí, pero no. Uno. Igual que hay nortes a los lados -por ejemplo y sin faltar, Islandia o Polonia, Galicia y Cataluña-, hay sures a los lados, vivan Portugal y saluden Grecia, recuerden Huelva y alcancen Almería, y en esto, importa más que están en los extremos, vistos en horizontal, que la verticalidad simplona que impone el eje norte-sur. Por supuesto son sur o son norte, pero, sobre todo, son más oeste o este (y, si ya lo están pensando, efectivamente, hay cierto poderío, aunque mucho más sutil que el otro, que privilegia la izquierda del mapa sobre la derecha, según se mira el mapa, claro, que, desde el sitio, es justo al revés, pero ese no toca hoy).

Lo peor de todo es no saberse. Ser sur, pero creer ser norte. Miren que digo creer, que no querer. Porque querer parte de saberse uno lo que es y, por las razones que sean, decidir impulsar acciones, o no, para convertirse en otra cosa. Reconozco que no es fácil invertir la brújula y que contra el magnetismo del planeta poco podemos conseguir, pero el problema nunca es la voluntad, aunque conduzca a la frustración, el problema es la inconsciencia irresponsable.

Pues, vean, hoy lunes de nueva resaca electoral, pequeña, del norte del sur, yo no tenía interés alguno en chapar nada de lo irrelevante, de quien gana, de quien pierde, de quien sube, de quien baja, de qué viene ahora para el resto del sur del sur. Nada. Y no lo he hecho. Pero se me ha quedado esto de la inconsciencia irresponsable en la cabeza. Lo malo que es no saberse.

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