De Murillo a Magallanes

La sabiduría popular favorecía el desarrollo de la inteligencia y abundaban los analfabetos que eran cultos y educados

En esta civilización del espectáculo, como diría Vargas Llosa, en la que nos ha tocado vivir, las cosas más nimias e insulsas se convierten en un auténtico acontecimiento. Cualquier suceso, por muy extravagante que sea, si es presentado en un tono simple y ramplón, goza del beneplácito de muchos espectadores. Los índices de audiencia, esa forma imbécil de medir el éxito y la aceptación de los proyectos mediáticos, inducen a un aumento de la vulgaridad y al mantenimiento de un analfabetismo que vas más allá de saber leer y las cuatro reglas, como siempre se ha dicho. Analfabetismo funcional se llama este hecho, cada vez más frecuente. Cuanto más se invierte en educación, da la impresión de que más crece la estulticia.

La sabiduría popular, antaño tan extendida, favorecía el desarrollo de la inteligencia y abundaban los analfabetos que, en cambio, eran cultos y educados. Don Ramón Carande, en su Galería de raros, daba cuentas de aquellas personas que podrían no ser eruditos, pero eran educados y todo menos necios. Él los llamaba ilustres ágrafos. No poseían títulos universitarios, pero eran correctos y respetuosos además de espabilados y conocedores de la vida.

La cultura también está influenciada por la economía y el espectáculo. La política de conmemoraciones es un buen ejemplo. La exposición de Velázquez en Madrid supuso un antes y un después. Enormes colas para entrar en El Prado y ver obras del genial pintor que, en un 80%, estaban expuestas todo el año. Pero ir a Madrid a ver la muestra fue un acto de distinción, más bien de esnobismo, de muchos que ni siquiera serían capaces de explicar el retablo de su parroquia.

En la exposición de Murillo en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, las colas interminables se suceden día tras día. Nada en contra de ello, pero la exposición permanente con obras de Alejo Fernández, Torrigiano, El Greco, Zurbarán y Domingo Martínez, entre otros, es un desierto. La vara de medir parece estar en la ocupación hotelera y en el negocio de bares y restaurantes. La cultura como foro de beneficios para industrias turísticas y comisarios. Acaba en unos días la muestra de Murillo y ya se atisba la celebración de la primera circunnavegación. Nadie se quiere acordar de que también es el V Centenario de la llegada de Cortés a México. No se considera políticamente correcto ni forma parte del espectáculo.

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