La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

Moralidad a la carta

SI la estolidez y el radicalismo ideológico estuvieran penados con cárcel en este bendito país deberíamos tener más presidios que supermercados. Y estolidez y radicalismo es lo que se observa en los dos pamplinas, me niego a utilizar con ellos el hermoso nombre de titiriteros, que se ven ahora entre rejas por un presunto enaltecimiento del terrorismo. El juez y el fiscal no cabe duda de que han sido duros con el asunto, pero también es cierto que estos dos sujetos se las traían representando un aquelarre doctrinario de jueces ahorcados, policías agredidos, monjas violadas y goras asquerosos ante un público infantil. El montaje, chapucero y bobo, era más o menos inofensivo pese a sus radikales intenciones, pero ahora, con la decisión judicial, se convierte a estos chichiribailes en nuevos mártires del populismo, otros más. El juez doy por hecho que hace lo que entiende justo, pero yo preferiría que los liberase hasta el juicio porque ningún teatrillo, por chorra y vomitivo que sea, debe merecer prisión. Además, si malos eran los títeres del dueto peor es el teatrucho que amenaza con montar el animoso mundillo utópico. "¡Es la dictadura, la Inquisición!", claman histriónicos en una España cuya democracia, pese a sus defectos, ha permitido con limpieza que partidos como Podemos o Izquierda Unida estén a las puertas de entrar en el Gobierno central. ¡Menuda dictadura! ¡Terrible! ¡Mordazas, sí! Y revuelve las tripas ver a líderes de Podemos como la andaluza Teresa Rodríguez rasgarse con estas detenciones la vestidura mientras ella lleva meses y más meses haciendo fintas para evitar pedir la libertad de Leopoldo López, el opositor al que el muriente régimen venezolano mantiene en prisión y bajo múltiples penalidades. Moralidad a la carta ideológica, que así se llama esto. Yo, desde aquí, pido que se libere a Leopoldo López, y a también a los dos chiquilicuatres tragacuras, y que tampoco se encierre a gentes como Sostres o Jiménez Losantos por más que sus discurso radical, iluminado y ególatra me resulte una memez. Y lo que más me apena no es todo esto, sino pensar, y este asunto lo evidencia una vez más, que no son pocos los españoles que en la pugna que tuvo este país contra el vil terrorismo etarra tuvieron de forma más o menos secreta simpatías por los pistoleros al considerarlos correligionarios en la lucha contra el capital. O sea, que en Txapote y en De Juana y en Parot y en el Carnicero de Mondragón veían a sus compañeros de viaje. Arcadas dan sólo de pensarlo. Arcadas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios