Modelo quizá a imitar

Los bonobos son pocos, por eso se tardó en conocerlos, y solo viven en África central, en el Congo

Que los chimpancés y nosotros, los humanos, somos, por decirlo de una manera más gráfica que precisa, primos hermanos es algo que ya sabemos desde hace tiempo. Y que nuestros respectivos genes coinciden en un 99% (dejando a un lado las precisiones científicas de los sabios) ya es cultura general. El caso es que a fin de cuentas nuestra cercanía no hay manera de negarla. Muy conocida es aquella anécdota, parece que real, de la duquesa a la que, al decirle que nosotros venimos del mono (algo, por cierto, que no es en absoluto acertado ni ajustado porque realmente no es así), insinuó "que no se entere nadie" de ello. Y da la impresión de que, incluso ahora y hoy, se le ha hecho bastante caso, al ver cómo la opinión general trata como de no enterarse cuando alguien recuerda nuestro parentesco no ya con los animales en general sino muy especialmente con los primates. Un cierto repelús parece producir esta realidad.

Algo así como hermanos menores de los chimpancés (y nuestros pues igualmente compartimos el 99% de los genes) son los bonobos, una especie de la que de vez en cuando aparecen determinadas noticias en los diferentes medios de comunicación. Menores por su tamaño, pero hermanos por sus iguales características genéticas. Se supo de ellos en 1929 cuando un científico se dio cuenta de que el cráneo que tenía en la mano no era de un chimpancé joven sino de otra especie. Los bonobos son pocos, por eso se tardó en conocerlos, y solo viven en África central, en el Congo. Y lo último que se ha dicho de ellos es que tuvieron sexo con sus hermanos mayores y con ellos hijos fértiles hace miles de años.

Todos estos datos se pueden leer en cualquier libro, pero lo que importa a este propósito es apuntar cómo miramos para otro lado cuando nos llegan sorprendentes y curiosas noticias de determinados rasgos significativos por la singularidad de su cultura y su conducta. "Si entre dos grupos de bonobos hay tensiones, dice el primatólogo Frans de Waal, no se matan como los chimpancés, en seguida se ponen a hacer sexo" y lo practican en todas las combinaciones. Las hembras, dominantes, no compiten tanto por la jerarquía y son menos territoriales, lo que limita la violencia, y hacen sexo con muchos machos, que evita el infanticidio contraproducente. Entre ellos solo hay paz y armonio. Y, como se ha dicho, junto con los chimpancés, son los primates más cercanos a nosotros.

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