Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Miénteme, condéname

No es lógico normalizar los discursos fascistas y racistas por mucha representación que se tenga

Estaban los verificadores de mentiras echando humo en la noche del pasado lunes mientras cinco tíos como cinco carros tenían sobre sí las miradas de casi nueve millones de españoles. Hubo poca gresca, a mi parecer, y pocos memes (siempre son pocos) en este nuestro debate electoral donde cada uno echó por la boca aquello que se le vino en gana. Mientras, nosotros, desde el sofá, no éramos capaces de cambiar de canal ni de rechazar el recurrir a Twitter para ese seguimiento alternativo que solo superó Ana Blanco cuando recordó que allí había cinco tíos como cinco carros, una intervención a la que solo respondieron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, cada uno como pudo.

Volviendo a lo de los verificadores, yo he sido capaz de recurrir a esos investigadores de falsedades que se lanzaron durante el debate consultando en internet, pero mientras lo hacía he pensado que quizá mi abuela, o mi tío, o mi vecina no han podido hacer tal cosa. A lo mejor se han quedado con la idea de que el PSOE va a subir tanto los impuestos que van a tener que pagar 1.000 euros al año de más, de que los socialistas han creado de verdad más de medio millón de puestos de trabajo o de que si se ponen malos y están en Badajoz no los van a atender en un hospital público. A lo mejor se echaron las manos a la cabeza cuando escucharon a Santiago Abascal decir que el 70% de los imputados por acoso y violaciones en grupo son extranjeros.

La campaña electoral es aburrida, pero tiene sus cositas, lo que no es de recibo es que lancen tantas mentiras en un espacio de este tipo y que nos quedemos impasibles ante lo que parece haberse convertido en el pan nuestro de cada día. Tampoco es lógico normalizar los discursos fascistas y racistas por mucha representación que se tenga en esta o aquella cámara y asimilar que es normal que un candidato a la presidencia de un país tenga el mismo argumentario económico que tenía yo cuando estaba en cuarto de la ESO.

Hay quienes deciden su voto después de ver debates como los del lunes. En las elecciones pasadas, esto ocurrió con siete de cada diez indecisos. Yo solo espero que la indecisión no se cubra con mensajes cocinados que esconden mentiras o medias verdades o con golpes de efecto que salen de debajo del atril. Una petición escasísima para la cantidad de ineptitud que podríamos abarcar.

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