La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Mensajes de odio

La extrema izquierda lleva el bomboncito comunista que en Portugal se niega a condenar a Stalin, Mao y Pol Pot

Esto no es una ópera, es política. Si fuera una ópera daría igual que los protagonistas fueran tan intelectualmente insignificantes y éticamente deficientes como el dúo que ahora ocupa el centro del escenario, acompañado por unos segundones que tampoco son para tirar cohetes. Se han compuesto muchas buenas óperas con personajes ridículos. Pero la vida no es una ópera. Las miserias son las miserias sin partitura que las redima. Y esto es la vida real, aunque Sánchez lo viva como una mezcla entre La Cenicienta y El renacido, mientras Iglesias lo hace como si fuera una fusión entre Vladimir Ilich Ulianov y Daenerys de la Tormenta, la Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones.

Tampoco da para una zarzuela, porque los protagonistas carecen de gracia castiza. No me imagino a estos caballeros como los ratas de La Gran Vía. Ni tan siquiera da para una revista cómico-lírica, porque poca gracia tiene la cosa. Si se consuma el abrazo del comedor las consecuencias pueden ser, si no trágicas porque esto es una democracia, al menos muy graves. Sobre todo para quienes pueden perder lo poco que con tanto esfuerzo han logrado tras reponerse de la crisis anterior, que son quienes al final siempre pagan los platos rotos.

Astracanada, farsa, patraña, fingimiento o pantomima son palabras que le van mejor. Pero una vez más lo serio de las consecuencias le quita la gracia. Quedémonos con esperpento. En Luces de bohemia le dice Max Estrella a Don Latino: "¡Don Latino de Híspalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!". Éste le pide que mejor en una tragedia. Max le responde: "La tragedia nuestra no es tragedia". "Algo será", le dice Don Latino. Y Max le contesta: "¡El Esperpento!... El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada".

Esperpento: Sánchez ha presentado a los suyos el pacto como "la esperanza progresista para millones de personas, que contemplan con preocupación el auge de una ultraderecha fortalecida por unas derechas que se acobardan ante sus mensajes de odio y que se abrazaron a ella en Gobiernos autonómicos y municipales cada vez más retrógrados". Supongo que están deseando creérselo. Es más cómodo que preguntarse por los mensajes de odio de la extrema izquierda populista que lleva dentro ese bomboncito comunista que en Portugal acaba de negarse a condenar los crímenes de Stalin, Mao y Pol Pot.

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