Leoun brillante artículo de Gregorio Luri -Vindicación de la memoria- en el que, con su valentía habitual, desmonta ese empeño de la neopedagogía de eliminarla de la labor educativa. Señala Luri "que sólo los ignorantes denuestan la memoria", olvidando, con evidente desprecio del sentido común, una regla esencial: sin memoria no puede haber aprendizaje.

Esto, que a mí me parece obvio, está hoy en entredicho. Y miren que la relación es bastante fácil de argumentar. Aprender es adquirir conocimiento sobre la realidad que nos rodea. En ese camino, alcanzaremos habilidades y destrezas que se consolidarán con la experiencia. La memoria es el proceso mediante el cual el conocimiento es codificado, almacenado, conservado y, más tarde, recuperado. Es, pues, la capacidad que tenemos de retener y utilizar la información de distintas maneras y en diferentes momentos. Si no somos capaces de hacerlo, no habrá aprendizaje. Por el contrario, si permanece a nuestra disposición, la habremos aprendido.

Ya sé que ahora se mira con ojos hipercríticos la educación que nosotros, ya sesentones, en su día recibimos. Pero, créanme, uno tiene la íntima convicción de que lograron inculcar en los discentes una cultura razonable. Me decepciona comprobar la actual ignorancia generalizada de nuestra historia, de nuestra geografía, de los hitos artísticos, literarios o científicos que constituyen nuestro patrimonio común acumulado. Sí, era tortuoso aquel constante ejercicio memorístico plagado de listas interminables y nombres exóticos. Pero, al fin, todo aquello dejó un poso, eso que Luri llama una memoria a largo término, que facilitaba enormemente la resolución de problemas y clarificaba la conciencia del escenario en el que vivíamos. Contemplo, con nostalgia y sin rencor, aquellos tiempos en los que me permitieron percibir mi posición exacta en el mundo.

Vuelvo a Luri. Indica el sabio que hoy se nos insiste en que, disponiendo de la exomemoria de Google, nos sobran los codos. Pero, además de recordar que tanto para buscar la información como para calibrar la importancia de la encontrada resulta imprescindible contar con un hilo de memoria estructurado y anterior, destaca los efectos letales -recientemente ha sucedido- de un posible apagón informático. La ciberdependencia pedagógica se iría al infierno de las pésimas ideas. "Teníamos arrendada nuestra memoria -concluye Luri con ironía navarra- a una empresa privada".

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