Tinta y borrones

Mayo

El pregón promete porque García Casado y se ha acercado con respeto y visto más allá de los tópicos

Hasta las nubes parecen haberse puesto de acuerdo para que la entrada al Mayo Festivo -que en Córdoba empieza en abril y termina en junio, porque somos así- sea auténticamente primaveral. Sin lluvia, con el azahar en su máximo esplendor y con ganas, muchas ganas, de echarnos a la calle después de unos meses con más agua de la que estamos acostumbrados y casi que podemos soportar sin que se nos cambie el carácter. Es el poeta Pablo García Casado el encargado de abrir este Mayo con un pregón que promete. Promete porque es un entusiasta de las fiestas de Córdoba, a las que se ha acercado con respeto y ha olvidado esa mirada por encima del hombro que en ocasiones acostumbra cierta sector de la cultura cordobesa. Porque ha visto más allá de los tópicos y ha entendido que este mes ha forjado el carácter cordobés, que no tiene por qué ser gracioso, tampoco conservador ni mucho menos senequista.

Pablo García Casado ha visto Mayo en Córdoba y al revés y será un placer escucharlo esta tarde en el Alcázar de los Reyes Cristianos, desde donde tiene el reto de contar lo mismo de otra manera, como él reconoció en la entrevista concedida a este periódico hace dos semanas. No es cualquier reto ese.

Y será García Casado, qué honor, el artífice de dar el pistoletazo de salida de un mes que es vino, pero el vino entendido como forma de vida de tantas familias que durante siglos se han dedicado a la elaboración de los caldos de Montilla-Moriles. Que es romería, convivencia en la Sierra, la vida en el campo como antes. Es cruz y es patio. No se puede entender la ciudad sin su intrahistoria de la vida en torno a un patio. El cuidado de unos a otros, de las flores y de las familias, las historias que se encierran entre buganvillas, gitanillas, begonias o azucenas. Y también es el mes de la Feria, donde toda la complejidad de Córdoba se da cita en un único espacio, abierto y acogedor para todos.

Empieza mayo -o abril, o junio- y muchos renegarán, se irán a la playa o se quejarán, pero esta ciudad no se entiende sin su mes, que podría someterse a una revisión para no desvirtuarlo, que se tiene que reivindicar como parte de una ciudad moderna, sin complejos y orgullosa de sus tradiciones. Empieza mayo y no podríamos tener mejor maestro de ceremonias que Pablo García Casado.

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