He-man, el tipo musculado rubio, con un breve taparrabos y unas correas en forma de aspa sobre su pecho para sujetar en los lomos de su espalda un espadón como la copa de un pino, ha dimitido. Encabezaba la lucha titánica del bien contra el mal, al mando de los "Masters" del "Universe", Maestros del Universo, queridos míos, tiernos receptores que hemos sido de su gallardía valiente frente a la maléfica infamia de Skeletor y sus secuaces. Pero se ha cansado y ha dimitido. Ayer tarde, creo.

La cuestión es que el héroe tenía su puntito de soberbia (siempre he creído que el virtuoso anonimato que reclamaba el rubiales no era sino otra forma de impostura petulante), y no puede soportar meterse en google, escribir "masters" y que aparezca la horterada española de estos días. Resulta que el rubio ha visto que, a pesar de sus incontables esfuerzos por salvar al mundo doscientas veces de las garras de los malos (y, tiene guasa la cosa, lograrlo) lo popular -¡upps!- ahora es que las consultas sobre masters, aunque no sean booleanas, te lleven a Vicálvaro o a Aravaca. Ni media palabra de Eternia, vaya.

¿Quién le iba a decir a estos tipos, a los buenos y a los malos, que nos íbamos a meter aquí en un berenjenal tremendo, trufado de cursos más falsos que la espada del Rey Bartolo; de grados, o graditos, supersónicos para captar puestos más altos en la administración; de másteres escalofriantemente sucios? ¿Quién iba a suponer que el patio nacional nos procuraría este entretenimiento falsario de títulos chungos e ínfulas enormes de algunos próceres, y próceras, que han tirado a la basura su prestigio y dignidad, mancillando al mismo tiempo la necesaria limpieza de la Universidad Pública? Ya. Está claro que He-man busca un protagonismo perdido dimitiendo, su minutito de gloria, que ya no lo recordaba ni Pirri. Porque, al fin y al cabo, en un sitio tan chiquito como éste donde pasan tantas cosas con nombres de planetas sometidos (Gurtel, Ere, Palma Arena, por ponerle alguna letra a la música caótica que nos tocan), la movida de los masters trucados, de los posgrados de cuatro días, de las licenciaturas inexistentes y de los grados con r de rapidísimo, no es tan grave. A ver, ¿no teníamos ya la triste certeza del ingente volumen de gualtrapas metidos a mandamases que tenemos la suerte de soportar? Lo único que conseguimos ahora, con su torpeza y su mentira, otra vez, es la evidencia. ¿Qué carajo quiere demostrar el musculitos éste de pacotilla? ¿A darnos lecciones?

Las cosas claras. Aquí que no dimita nadie y menos por un error burocrático. La culpa es de la gente que se aburre e investiga. Y que además no tiene padrino. Envidiosos. Ya está bien de tanta tontería. Para meter la pata, un sumario grande. Y si no, a estudiar. Que es fácil.

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