Me parece muy oportuna la fecha elegida -finales de julio- para la presentación de los resultados del Proyecto de Posicionamiento de la Marca Territorial Córdoba, una iniciativa en la que han participado varias entidades públicas y privadas, como la Universidad o la asociación Córdobaactiva. Y lo digo porque el mes por excelencia de las vacaciones -agosto- es un periodo ideal para reflexionar sobre los resultados de ese estudio, que viene a profundizar en lo que todos sabemos, pero con una dimensión más científica por aquello de que se ha realizado a través de una serie de encuestas y trabajos de campo. El objetivo es tener una idea de la percepción que tenemos nosotros mismos de nuestra tierra y la existente en el exterior, de manera que se llegan a una serie de conclusiones destacables, aunque no por ello sorprendentes.

Lo primero, pues tirar de orgullo y resaltar que somos un potencial patrimonial a nivel nacional. En ello juega un papel destacado nuestra declaración como Patrimonio Mundial en varios campos, el último de ellos Medina Azahara. Ello trae consigo que se nos vea como un destino turístico de nivel, como una tierra con una calidad de vida más que aceptable y una riqueza natural diversa y atractiva. En segundo término, pues gozamos además de prestigio en un sector como el de la agroalimentación y la industria vinculada a la agricultura, con seis denominaciones de origen y un subsector dedicado a la investigación que ha ido ganando peso con el paso de los años, sobre todo por el papel motor de la Universidad, todo ello sin olvidar nuestra rica gastronomía. En esos campos, si se analiza el estudio, estamos en una situación muy cercana a lo que sería el posicionamiento ideal, con lo que no nos queda más que seguir trabajando y consolidar esa labor.

Otra cosa muy distinta son aquellos sectores en los que la percepción no es tan positiva, como es el caso de la logística, la distribución, las nuevas tecnologías o el emprendimiento, donde todavía queda mucho por recorrer. Encontrar una solución a eso no es tarea fácil, pero casualmente se detectan los mismos déficits que desde hace tiempo vienen poniendo sobre la mesa los agentes sociales de la provincia. Son ellos los primeros que tienen la responsabilidad de revertir la situación, pero no en exclusividad. Y aquí es donde entran en juego la instituciones públicas, que cariño, lo que se dice cariño inversor, pues tampoco es que hayan exhibido mucho en esta tierra en los últimos años. Ahí están los números.

La solución es compleja -no hay duda-, pero tal vez habría que empezar por algunas cuestiones simples para después ir avanzando progresivamente. Lo primero, sensibilidad por parte de nuestros políticos para no espantar a quienes quieran emprender, ya sean de aquí o de fuera. En segundo término, unos presupuestos públicos que no nos manden a la cola un año sí y otro también. Y que a nadie se le olvide que una marca está íntimamente ligada a un estereotipo y el de Córdoba no puede ser en ningún caso el de nuestras debilidades, que por desgracia también quedan marcadas en el estudio. El camino será largo.

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