EL fútbol. No, no vamos a insistir en señalar aquello de que el fútbol es mucho más que un deporte, pero, desde luego, sí que lo es. Ningún otro juego colectivo levanta en el viejo continente las pasiones que suscita este trasunto más o menos domesticado de las veleidades bélicas de antaño. Las miles de personas que han viajado a Viena, los millones de televidentes que han seguido los partidos más decisivos por televisión, los cientos de periodistas desplazados a Austria, todo eso no hace sino demostrar que hoy por hoy no hay evento que tenga más poder de convocatoria que un partido de fútbol. Por eso, en estos tiempos en los que la publicidad lo es casi todo, es tan importante para la imagen, para la marca de un país, un éxito como el del domingo. España, además de ganar -detalle sumamente importante- ha jugado un campeonato excepcional. Sobre todo, y a esto no estábamos acostumbrados, los partidos más decisivos. A estas alturas, habremos leído ya los análisis deportivos más sesudos del porqué ganó España (qué fácil es ser entrenador de fútbol a posteriori), pero permítanme que añada simplemente un par de pinceladas. España ha jugado magistralmente, haciendo lo que siempre ha sabido hacer: tocar y contemporizar el balón en el centro del campo hasta aburrir al contrario. Sin embargo, lo que ha marcado la diferencia con otros combinados nacionales ha sido la pegada tremenda y el incordio constante de Torres arriba; y el desparpajo y la falta de complejos de Cesc y Xavi en el centro del campo. De Casillas para qué vamos a hablar.

La economía. Sin duda corren tiempos difíciles en cuestiones económicas. El paro comienza a repuntar, la inflación también, y el bautizado por Okun como el misery index alcanza cotas preocupantes. Según los economistas -esa tribu de expertos que jamás se pone de acuerdo-, una de las mayores debilidades de la economía patria es su falta de competitividad, nuestra incapacidad exportadora y nuestro galopante (y, según algunos miembros de la anterior casta, insostenible) déficit comercial. "No exportamos, no competimos, nuestro tejido industrial es débil, sin subvenciones no funcionamos, 2012 está a la vuelta de la esquina, hemos de salir al exterior, de vender más allá de nuestras fronteras...etc, etc". Eso dicen. Y probablemente tienen razón. Con independencia del buen rato pasajero y el chute de autoestima que la selección nos ha brindado, ¿qué lección podríamos extraer de todo ello? Fíjense: únicamente cuando hemos comenzado a exportar jugadores, además de nacionalizar a algunos de calidad, hemos adquirido ese carácter ganador y ambicioso que distancia a los grandes equipos de los que son simplemente buenos. Torres, repito, el jugador más determinante, se está fajando en la Premier, la mejor liga del mundo, donde ha adquirido ese plus de velocidad, músculo y agresividad que marca las diferencias. Como Cesc. Como Xavi Alonso. Inglaterra, en el otro lado del espectro, con una liga sensacional en la que, en sus principales conjuntos, apenas juegan nativos, fue apeada de la Eurocopa por Croacia. La "paradoja inglesa" es que coparon la final de la Champions League con el Manchester y el Chelsea y, sin embargo, no han podido acudir a la Eurocopa. Moraleja: sólo un país capaz de exportar -futbolistas, naranjas o aviones- puede ser competitivo en un mundo globalizado. En esto sí que nos queda mucho que aprender de los teutones que son los mayores vendedores del planeta (no sólo de ballacks o metzelders) y, probablemente, la nación más competitiva del mundo. Fomentemos la marca España.

La política. Lo digo sin ambages: me sentí inmensamente feliz cuando el árbitro italiano pitó el final del partido y me pude abrazar a mis hijos dando saltos como un niño. Sé que en los años venideros -casi veinte millones de españoles vieron la final- todos recordaremos qué hacíamos o dónde estábamos cuando Casillas levantó la Copa y las banderas españolas fueron paseadas por chavales sin complejos ni problemas identitarios. Y sé que, cuando mis hijos crezcan, siempre sonreiremos cómplices al ver esa foto que nos hicimos, vestidos de rojo, nada más acabar el partido. Es el momento de estar serenamente orgulloso de ser español, sin aspavientos gratuitos, sin patriotismos absurdos. Y de, en la victoria, ser elegantes. Ningún reproche a quienes no se encuentran a gusto dentro de este proyecto que ya dura varios siglos. La prensa internacional abrió sus periódicos -The Times, FAZ, Badische Zeitung, Le Monde...- con una foto de la selección española que ocupa casi todas la portadas. Para el diario Gara, la noticia relevante de ayer lunes era la siguiente: (en castellano) "La trainera Urdaibai, la más rápida". En fin.

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