En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Mucho más que la Mano de Dios

He de confesar que me está gustando este Mundial en el que a los peces grandes les está costando Dios y ayuda depredar a los peces chicos y en el que si se descuidan los pequeños acaban merendándoselos. México da la campanada y vence a la actual campeona del mundo, Alemania. Argentina no puede con Islandia, ni Brasil con Suiza. Marruecos se va a casa siendo mejor en el campo que Portugal... Y hasta Senegal se disfraza de aquel Camerún de España 82 y vence a una floja Polonia. ¡Ay, cuánto echan de menos los polacos la clase de aquel Boniek con la que su equipo brilló en la cita española y que contribuyó a que quedaran terceros!

Todavía es pronto para saber si esa bendita igualdad continuará en tierras rusas y también es muy pronto para saber si Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar, Griezmann o algún otro se consagrarán futbolísticamente en Rusia 2018 como ya ocurrió con Pelé -con tan sólo 17 años, en Suiza 1958 -, Johan Cruyff -en Alemania 1974-, Mario Alberto Kempes -en Argentina 1978-, Paolo Rossi -en España 1982- o Diego Armando Maradona -en México 1986-, por poner unos ejemplos. Maradona, ese hombre que, como cantaba su compatriota Andrés Calamaro tras renunciar al apellido musical Rodríguez, "Maradona no es una persona cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero, tiene el don celestial de tratar muy bien al balón, es un guerrero". Maradona, ese al que los comentaristas argentinos bautizaron como "Barrilete Cósmico" después de aquel gol antológico a Inglaterra -no el de la Mano de Dios-, aquel en el que sólo le falto driblar hasta al árbitro si se le pone delante, componiendo una de las jugadas más impresionantes de todos los mundiales, una jugada que le sirvió a su país para vengar la toma británica de Las Malvinas. Maradona, ese jugador al que sólo podían parar los contrarios a base de patadas a lo bestia, de entradas -muchas criminales- que hoy los árbitros no permitirían castigándolas con tarjeta roja -sólo tienen que acudir a Youtube para comprobarlo si creen que exagero; de paso podrán disfrutar de quien fuera el Mozart del balompié-. Maradona, ese crack que decidió echarse el equipo a la espalda, un equipo que entonces estaba dividido, para que Argentina, como él y sus paisanos dicen, "saliera campeón" en aquella tierra de cielitos lindos y mariachis en la que en cada rincón recomiendan, como si de un himno nacional se tratara, cantar y no llorar, porque cantando se alegran los corazones. Maradona, ese hombre que en México 86 hizo feliz a muchísimos argentinos como a nosotros, los españoles, nos hizo feliz aquella selección que ganó en Sudáfrica gracias a aquel gol en la final de otro superclase, Andrés Iniesta de nuestra vida.

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