Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

'Manifa' en Núñez de Balboa

Una de las imágenes sintomáticas de que tras el coronavirus ya poco volverá a ser como antes es la de un vecino del barrio de Salamanca de Madrid golpeando una señal de tráfico en una manifa anti-Gobierno... con un palo de golf. Los más talludos recordarán la imagen de aquel antisistema de ocasión llamado Jon el Cojo Manteca, que con su lazarillo de ortopedia rompía farolas en unas revueltas estudiantiles que le eran del todo ajenas. Entre la muleta y el putter hay un abismo estético. Y dos cafres.

En el barrio de Salamanca vive gente de economía y abolengo diversos (es obvio que de barrio obrero tiene lo que un lechazo de manjar vegano). Como en las calles del centro que se dividen en tramos que son invisibles parcelaciones sociales, hay un Gran Salamanca, un Salamanca y un Salamanquilla. Desternillante que una señora -puro Berlanga- acudiera a la mani de derechas con su asistenta -uniformada- para aporrear la cacerola por ella. La gente se manifiesta porque cree que debe hacerlo, y sobre todo porque puede: se puede manifestar uno en este país. Ven aviesa intención liberticida en la gestión de la crisis por parte del Gobierno; les asquea el presidente Sánchez. Pero hipocresía, la justa: a ver si las manifestaciones, o son pata negra de izquierdas o son sospechosas de derechas. Que eso canta a aristocracia progresista.

En la manifestación de los aledaños de Serrano había, con más o menos aire pijo, no poca clase media de facto: el ricacho de verdad es reacio a las masas. La mesocracia: un artefacto social del mundo occidental surgido tras la SGM, previo descaste demográfico y Plan Marshall, que aquí eclosiona en el desarrollismo franquista. La clase media es la que no es alta ni baja, y disculpen el pleonasmo. Es el segmento social vinculado al trabajo y a un patrimonio medio que legar a los hijos y hecho de ahorro y austeridad. Sí, abundan los remedos de la nobleza que no llegan a fin de mes o incluso están técnicamente pegados a la pared. Sea vestido así o asao, con incontenible amor o con acomplejada tirria con respecto a la bandera española, la clase media atraviesa a la izquierda y a la derecha sociológica y votante. Sufrió una merma severa entre 2008 y 2013; sufrirá otra no menos brutal en este nuevo golpe de la historia. A las generaciones futuras, dejamos una enorme deuda nacional, y polarización neofeudal: pocos muy ricos, muchísimos en precario. Más allá de golpear el mobiliario urbano con una muleta o con un hierro 7. (He sabido que no era un palo de golf. Pero Se non è vero, è ben trovato.)

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