Mangas verdes (y anchas)

El patriotismo ocasional del presidente Sánchez puede durar menos que un caramelo en la puerta de un colegio

Hace unos días unos avisados lectores me advertían de que Pedro Sánchez podía virar en redondo (por Iván Redondo) y aplicar el 155 unos días antes de las elecciones, llevándoselas de calle. Repliqué que sería una estrategia tan efectista como efectiva, en efecto; pero que no la efectuaría.

Efectista, porque, después de haber pactado con todos los esquerros republicanos y compañía, era un golpe de timón brusco y evidente. Efectiva, porque la mayoría de los votantes del PSOE perdonan una vez y otra vez sus flirteos con los nacionalistas, pero prefieren a España. La erosión a Podemos se dejaría en manos de Errejón, mientras el PSOE podría centrarse en erosionar con su 155 sobrevenido a Cs, sobre todo, pero también al PP e, incluso, a Vox. Sería una estrategia redonda. Sin embargo, no les veía efectuándola, porque una cosa es ponerse una bandera de España de fondo en un mitin, y otra es cambiar un rumbo que se lleva perpetrando desde hace demasiados años en el PSOE. Tampoco los movimientos nerviosos de Marlaska en defensa de los nacionalistas parecían presagiar un cambio de postura.

De golpe y porrazo, el nuevo eslogan del PSOE: "Ahora, Gobierno; ahora, España" apunta en la misma dirección que mis proféticos comentaristas. Por partida doble: por la mención a "este país" o al "nivel estatal" que era innombrable como "España" hace nada, y también por la invocación a un Gobierno, esto es, a tomar medidas por fin con sentido de Estado.

Pero sigo apostando a que no harán nada irreversible que pueda enfadar de verdad a los nacionalistas catalanes o vascos. Los van a necesitar para sus pactos a la vuelta de la esquina. Y no es sólo que hayan llegado a buenas horas, mangas verdes, a defender a España, sino que ya lo hacen con mangas anchas y ni se atreven a apoyar una simbólica moción de censura a Torra.

Puedo estar equivocándome, pero aún así es la postura precisa. Hasta que no veamos a Pedro Sánchez poner pie en pared de verdad no compraremos sus cantos oportunistas de patriotismo de cartel electoral. Lo menos que se le puede exigir a estas alturas es hechos. Sobre todo, para que no nos engañe con la mercadotecnia de un españolismo temporal, reversible, caducable y de cartón piedra. Negándonos a creer su publicidad demagógica quizá estemos forzando una profecía que se autorrefuta, porque le forcemos, a base de escepticismo, a cumplir algo de lo prometido. Sería estupendo.

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