MARIANO Rajoy se compromete a permanecer solamente ocho años como presidente del Gobierno si gana las elecciones generales. Javier Arenas se compromete a lo mismo si gana las andaluzas. Siguen la estela de Aznar, que anunció el mismo compromiso durante su segunda legislatura.

Pero Aznar tuvo un gran mérito, que sus enemigos le regatean -en general, no quieren reconocerle ninguno- con el argumento de que al final se arrepintió de haber tomado aquella decisión. ¡Y qué más da que se arrepintiera si no se volvió atrás! Su mérito fue doble: que lo dijo cuando estaba en el apogeo de su poder, y que lo cumplió.

Lo de Rajoy y Arenas suena bien, pero es distinto. Ninguno de los dos ha estado un solo mandato a la cabeza del Gobierno o de la Junta de Andalucía, de manera que ofertan una promesa muy futurible. Para concederles crédito tendrían que haber ganado ya unas primeras elecciones en el ámbito que pretenden. Sólo así se plantearía con verosimilitud la hipótesis de que repitieran. De momento, ambos han perdido las contiendas en que han sido protagonistas. Rajoy, una vez, bajo el impacto del 11-M; Arenas, dos veces: en 1994 y en 1996. Los perdedores tienen más fácil prometer.

Rajoy y Arenas serían mejor comprendidos si, junto al compromiso de reducir a ocho años su hipotética estancia en el poder, anunciaran también el de desistir de nuevas candidaturas si a la próxima intentona (9 de marzo) vuelven a fracasar. Bien pensado, sin embargo, este compromiso en la derrota ya ha sido tomado por otros en su lugar. Nadie duda de que Rajoy será relevado del mando del PP si Zapatero le da otro revolcón electoral ni de que Arenas quedará deslegitimado para siempre como líder del centro-derecha andaluz si Chaves le sigue goleando. En fin, ambas cosas están por ver.

En realidad, las propuestas de Rajoy y Arenas adquieren su valor no en sí mismas, sino por contraste: sus adversarios no quieren ni oír hablar de esta iniciativa de limitación de mandatos, más propia de democracias presidencialistas que de democracias parlamentarias, pero que a la política española le sentaría bien, según creo.

Cuando el expansivo José Bono comunicó su impresión de que Rodríguez Zapatero no se presentaría en 2012, el PSOE y Moncloa tocaron a rebato para desmentir el asunto e imponer silencio. En cuanto a Manuel Chaves, ya ha contestado de sobra a la sugerencia de Arenas: no es que haya superado los ocho años, es que lleva 17 como presidente de la Junta de Andalucía, aspira a ejercer cuatro años más y de vez en cuando comenta planificaciones y mejoras para 2013; es decir, para una legislatura más. No se harta.

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