El tipo dice en el último debate que es el presidente que más ha hecho por la comunidad afroamericana, con la posible excepción de Abraham Lincoln, y se queda tan ancho. Biden, con un deje acostumbrado ya a los excesos de su oponente, que es el oponente de todo el mundo mundial, se refiere a él a continuación como "este Abraham Lincoln que tenemos aquí". Sorna.

Es tremendo el show de Trump. Si yo fuera estadounidense, estaría bastante fastidiado por la ausencia de ideas fuerza de esta campaña. Trump, con su errática presidencia, ha convertido el juego de esta elección en un plebiscito: o con él o contra él. Pero política, poco. La alternativa demócrata a su presidencia sí coloca asuntos en la agenda, pero la baja altura del debate que Trump provoca no permite que ocupen titulares. Hay una diferencia enorme en política fiscal, política interior, política exterior, políticas ambientales, derechos civiles y unidad del país, por ejemplo y sin ser exhaustivo, entre una y otra opción, pero no está importando. Lo que supera todo es el entusiasmo y lo protagoniza Trump, en positivo y en negativo. Trump tiene partidarios entusiastas y detractores entusiastas. Biden aporta sentido, sensatez e ideas, y es sobre quien pivotó (espero que con la mayoría) mi esperanza inmediata, pero parece que solo pasara por allí. Trump es ciertamente un triunfador en su mundo, el paladín de la antipolítica, el héroe del populismo, el puto amo de la ideología-tweet. Y eso es lo que hay.

Pero no tiene que ser lo que haya. Ni mucho menos. Quien piense que Trump esta derrotado por sí mismo, se equivoca. Trump solo será derrotado si hay muchos votos, hechas las cuentas conforme al sistema, por muy raro e injusto que parezca, y, además, señalo, por muchos votos, una mayoría clara (es un tramposo pro y si la diferencia es corta, impugnará). Sospecho que muchos estadounidenses hartos de este tipo, hermanados por una corriente de simpatía con medio mundo expectante, pueden aplazar a regañadientes un debate político de altura, incluso de media altura, con tal de que este sujeto no gobierne el país más poderoso del mundo. Saben, al fin y al cabo, que incluso cualquier republicano sería más fiable que él y pueden esperar a la definición de las políticas de cambio tras las elecciones porque, puede creerse esto a pies juntillas, cuando Trump no esté, ojalá ahora, habrá cambio y Estados Unidos, con quien sea al mando, empezará a reconciliarse consigo mismo. Pero, con la misma intensidad, deben saber que es inaplazable entonces sacarlo ya del Despacho Oval y mandarlo a una esquina de la historia.

A falta de un cinco para completar el mambo, admitamos el plebiscito. Si la campaña del peor presidente que América pueda recordar (no busquen otro, no hay fantasmas comparables, Error 404, Not Found) es tan simple como la respuesta de un tuit, que sobren 278 caracteres: no.

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