Madrid y Barcelona

En Madrid se ha llegado a la posibilidad de un pacto a la andaluza, que el progrerío intenta romper como sea

Madrid y Barcelona son la alegría de la huerta de España. Sus equipos ganan casi todos los títulos de fútbol. En las pocas veces que un equipo de Sevilla o de Valencia también toca una Copa se considera un acontecimiento extraordinario. Antes, cuando Franco, este país se dividía en Madrid y provincias. Los de Vox también lo querían dividir así, hasta que consiguieron diputados autonómicos, y ya lo ven con más calma. Al llegar las municipales, España se dividió en Madrid, Barcelona y los demás. Por eso, en estos días de pactos, van como locos. Se oyen rumores de mayorías que ni te las imaginas.

En 2015 se acuñó aquello de los alcaldes del cambio. Los de Podemos, con sus confluencias, mareas y afines, colocaron a Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid y Ada Colau en Barcelona. Pablo Iglesias pensaba que era el primer paso para asaltar los cielos de La Moncloa. En el PSOE se atacaron de los nervios. Unos meses después, los del PSOE asaltaron su sede de la calle Ferraz; pero el experimento les salió al revés, y el asaltado le dio la vuelta a la tortilla campera, y asaltó él mismo los cielos de la Moncloa, donde se quedó. Gracias al cable que le echaron sus rivales del PP, Cs y Vox, que tanto le han ayudado en su carrera, cepillándose a Susana, y encumbrándolo a él.

Pongamos que se hablaba de Madrid, como diría Joaquín Sabina, un poeta que ejerce de trovador de Kichi de Cai. En Madrid, el PP se lo puso facilito a Manuela Carmena, presentando como candidato a José Luis Martínez-Almeida. Aunque más kamikazes fueron con la comunidad, donde presentaron a Isabel Díaz Ayuso. ¿No tenían a nadie mejor? A veces ocurren milagros, como que el PSOE presentó para alcalde a Pepu Hernández, por colaborar. Y así se ha llegado a la posibilidad de un pacto a la andaluza, que el progrerío madrileño intenta romper como sea. El caso es grave.

Peor es el de Barcelona, donde se ha metido por medio el auténtico Manuel Valls, resignado a hacer alcaldesa a Ada Colau, a cambio de nada. No quiere un alcalde independentista, dice. En Barcelona, los indepes con ERC y Junts sólo tienen 15 concejales. Perdieron los tres de la CUP. Entre el PSC, Cs y el PP suman 16. Así que la única forma de que el alcalde sea el indepe Maragall es que lo apoye la señora Colau, que es la misma a la que Valls ofrece sus votos gratis.

¿Por qué Ada es mala si va con ERC, pero es buena si va con Valls y el PSC? Misterios de las hadas. Después dirán que han respetado la voluntad popular, que es esotérica.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios