FEBRERO de 2009. Ésa es la fecha probable para que los cordobeses vean por fin las máquinas trabajar en el proyecto más deseado por la ciudad en las últimas décadas: el Palacio del Sur. Después de siete años de dimes y diretes, fracasos, negociaciones y fechas de primeras piedras, el Ayuntamiento hizo público ayer por fin el acuerdo final con OMA, la oficina de Rem Koolhaas, para modificar el proyecto del Palacio del Sur que realizó en 2001 y construir el centro de congresos que Córdoba lleva más de una década esperando. Finalmente, el arquitecto holandés se embolsará 5,6 millones de euros por reformar su propuesta, dirigir la obra de construcción y contratar a los dos aparejadores que la ley impone que participen en la misma. Aparte de este dinero, el Ayuntamiento también ha cerrado con Ferrovial el acuerdo de resolución del contrato que les vinculaba, por el que la constructora cobrará otros 3,7 millones de euros. En total, 9,3 millones por iniciar un proyecto del que aún no se ha visto ni una piedra.

Hasta aquí la realidad económica pura y dura. Sin embargo, dada la necesidad que Córdoba tiene de contar con un palacio de congresos en condiciones debemos darle una última oportunidad al Consistorio, de tal modo que éste pueda enjugar en pocos meses las críticas al retraso de años. La imagen de unidad y satisfacción contenida que ofrecieron ayer por la tarde la alcaldesa, el primer teniente de alcalde, Rafael Blanco, y el edil de Urbanismo, Andrés Ocaña, al presentar "un buen acuerdo" fruto de una "dura negociación" debe llevarnos a darle una última vez el beneficio de la duda al equipo de gobierno. Porque más allá de las críticas que éste pueda acumular -justificadas por la elevada ineficacia del Consistorio-, es cierto que las conclusión de este proceso "es beneficiosa para la ciudad", tal y como señaló Rosa Aguilar, y que lo primero para Córdoba es cubrir las carencias que tiene. De todos modos, debemos permanecer vigilantes para que los plazos expuestos se cumplan de manera estricta y no sean posibles nuevas demoras. El Ayuntamiento debe ser consciente de que ésta es su última oportunidad. Esperemos que no la desaproveche.