Libros proféticos

Al fin y al cabo, saber y conocer las causas es el único medio para preparar algún tipo de defensa

A los que, en estos días veraniegos, se encuentran desconcertados ante tantas coincidencias negativas (la situación política española, el desembarco en Inglaterra de Boris Johnson, el fenómeno Trump) conviene recordarles que estos sucesos ya habían sido anunciados. Y para comprenderlos (e inmunizarse contra sus efectos) basta leer, o releer, media docena de libros proféticos. Abre la serie un clásico: El Príncipe, de Maquiavelo. La primera exposición descarnada y fría de la cara interna de la vida política y vivísimo retrato renacentista de los mecanismos y trastiendas del poder. Un libro que, como ha mostrado J. G. A. Pocock en El momento maquiavélico (Tecnos), todavía permite iluminar los entresijos de nuestra turbia actualidad política. Otro paso ineludible lo facilita Max Weber que hace un siglo, en El Político (varias ediciones recientes), dejó de lado los componentes ideológicos de los profesionales de la política y desmenuzó lo que consideraba pilares básicos para enjuiciar sus comportamientos: el peso de sus convicciones y su responsabilidad ética a la hora de cumplir compromisos. Basta leer estas clarificadoras páginas para comprobar cuán erráticas son ahora las nuevas convicciones y cuán poco cuesta desdecirse y olvidar promesas. El oportunismo y el pragmatismo han sustituido a las exigencias weberianas, sin que por ello, en la calle, el político pierda credibilidad ni provoque excesivo escándalo. Pero todo ello ha sucedido porque público y electores también han cambiado. Una mudanza que fue igualmente vaticinada por dos libros: Galaxia Gutenberg, de Marshall McLuhan (Galaxia), y La sociedad del espectáculo, de Guy Debord (Pre-Textos). Aunque ya se leen poco, el paso del tiempo cada vez confirma más las profecías, de uno y otro, relativamente complementarias: las ideas pierden influencia, las gana el medio (la televisión, las redes sociales) y la estudiada teatralidad de quien las expone. Y en efecto, basta contemplar a cada uno de los nuevos artífices de la política -española y mundial- para comprender cuáles son las claves que los ha llevado al poder. Pocas y elásticas creencias, pero dominio absoluto del puro teatro. Porque sin espectáculo nada se alcanza. Y desde el patio de butacas es complicado responder a los desafíos que arrastran los nuevos políticos. Una vez instalados, con éxito, en sus escenarios, resulta difícil desplazarlos. Sin embargo, la anterior ristra de libros ayuda a saber cómo han alcanzado al poder. Y, al fin y al cabo, saber y conocer las causas es el único medio para preparar algún tipo de defensa.

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