Tarde de domingo o de lunes, copa de vino o taza de café y siempre, siempre, Leonard Cohen. Son ya 172 columnas, todo empezó el 3 de octubre de 2012. Con él reflexioné sobre la fuga de cerebros, sobre el Banco Central Europeo, sobre machismo, sobre La Conjura de los Necios en la que nuestra ciudad se convierte en ocasiones, sobre el pensamiento crítico y el pensamiento único, sobre la valentía, sobre la pobreza, sobre el ruido del silencio, sobre el voyerismo en política, escribí sobre indultos y amnistías, de terrorismo, sobre Wert y su contra educación, de la fragilidad de lo intangible, sobre la ausencia de liderazgos, sobre los brotes verdes, incluso de la intolerancia a la lactosa que me provocan las naves de Colecor, sobre el desempleo, sobre la falta de alternativas, sobre la licuación de nuestra sociedad, sobre escraches, sobre ilustres, sobre superherores, sobre líneas rojas, sobre el blanco y sus 30 tonalidades, sobre Coco Chanel, sobre el otoño, sobre las apariencias, sobre murallas y muros, sobre pobreza, sobre el hambre.

Conté un cuento en Navidad, di mi opinión sobre la corrupción, sobre las prohibiciones, sobre la necesidad de agua y luz para todos, sobre la sumisión de las mujeres demandada por la iglesia, sobre el libre mercado, sobre el dolor y la razón, sobre los contenedores y los contenidos, sobre Trump, sobre repúblicas bananeras, sobre refugiados, sobre la política del PSOE, sobre el dificultoso gobierno de Rajoy, sobre la irrelevancia, sobre las prisas, sobre el efecto Cox, sobre las Jam Sessions, sobre la Gioconda.

Quise hacer un homenaje a las putas, locas, brujas y libres, escribí sobre los quijotes, sobre terremotos, sobre hacienda, sobre las máscaras, sobre las naranjas valencianas, sobre el vizconde demediado, sobre la resaca, sobre salir del armario, sobre el disputado voto del señor Cayo, sobre la izquierda, sobre la derecha, sobre puentes y trincheras, sobre escondites, sobre la violencia de genero.

Durante todo este tiempo, durante estas 172 semanas, tuve una compañía constante, la voz profunda y eterna de Leonard Cohen. Suzanne o I´m your man, In My Secret live o la magnífica Dance me to the end of love. /Baila conmigo a través del pánico hasta que esté seguro en él. / Baila conmigo hasta el fin del amor. / Tócame con tu mano desnuda o hazlo con guante. No es fácil enfrentarse al papel en blanco, no es fácil ser consciente de las facturas que se pagan por hacerlo, "pero sé lo que está mal, y sé lo que está bien, y moriría por la verdad, en mi vida secreta".

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