La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Leer, soñar, viajar

Los más bellos viajes se emprenden leyendo y después confirmando la realidad de lo leído y soñado

Detesto la pedantería, que es la forma intelectual del clasismo. Pero las cosas están tan mal que no rebuznar es ser tomado por pedante y elitista. En fin… Viene la cosa a cuento del artículo de Pérez Reverte La posada de Dickens. Me hace sentir esa hermandad entre desconocidos que algunos autores, muy pocos, logran crear. Joseph Conrad, el más querido tanto por un servidor (junto a Dickens) como por Pérez Reverte, es uno de esos pocos. Él propio Conrad debía intuirlo cuando escribió en el famoso prólogo de El negro del Narcissu": "El artista apela (…) a la sutil pero inquebrantable convicción de que existe una solidaridad que une la soledad de innumerables corazones, la solidaridad de nuestros sueños, de nuestra alegría, de nuestra tristeza, de nuestras aspiraciones, de nuestras ilusiones, de nuestra esperanza, de nuestros miedos; la solidaridad que une a todos los hombres, a los muertos con los vivos, y a los vivos con los que aún no han nacido". He citado estas palabras otras veces. Pero seguro que hoy las ha leído alguien que no las conocía. Y pueden cambiar una vida en la medida que las palabras puedan hacerlo.

En su artículo escribe Pérez Reverte: "Alguna vez he comentado en esta página lo importante que es viajar a los lugares no para conocerlos, sino para confirmarlos. Llegar a ellos con lecturas previas que permitan amueblarlos con lo que fueron o con lo que otros imaginaron o vivieron allí. Contextualizarlos en su literatura, su tradición y su historia". Los libros, concluye, dan sentido a lo que se mira. Lo suscribo. Poco falta para que se cumplan 50 años de mi primer viaje mochilero a Londres y desde entonces hasta hoy busco allí el reencuentro con la ciudad que conocí y aprendí a amar mucho antes de visitarla viendo películas; desde Peter Pan a My Fair Lady", Mary Poppins, La última carta o tantas de detectives, niebla y farolas de gas; y sobre todo leyendo a Dickens, Conrad, Conan Doyle, Sir James Matthew Barrie, Stevenson, Woolf, Meade Falkner, Austen, las Brontë, Hardy, Gaskell, Wodehouse, Collins, Kipling, Wren, Eliot, Mason, Christie, Galsworthy y tantos otros. Conocido Londres -y no mal del todo tras tantos años y viajes- lo evoco cuando los releo, y los busco a ellos cuando vuelvo a la ciudad en la que -como escribió Helene Hanff en 84 Charing Cross Road- todos los sueños se cumplen. Claro que para eso es necesario haberlos tenido leyendo.

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