Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Los Lakers

PARA cualquier lector adolescente del cielo tumefacto de la vida los Lakers es el nombre de un ensueño, de un color abierto hacia otro aro. La noticia real, la de verdad, es que Pau Gasol ha fichado por Los Ángeles Lakers, un equipo que acarició la mítica de la misma manera divertida en que ganó los títulos diversos. Durante una década, hasta que Michael Jordan fue capaz de imponer su criterio decisivo para crear un equipo en torno a él, el título de la NBA se fue alternando entre Los Ángeles Lakers de Earvin Magic Johnson y los Boston Celtics de su amigo Larry Bird. Los Lakers era el sueño de un ataque, una fabulación campo a través, un despliegue nacido en la defensa que después desplegaba su bagaje como una concisión del contraataque. Los Celtics, sin embargo, eran la medida de un arrase, una fijación en los tres puntos como única manera de medir. Podríamos resumir, así, en esencia, que Los Ángeles Lakers eran el corazón, el surf, la playa, del mismo modo heroico en que los Celtics eran la pulcritud de hojas de hierba que luego se fijó para septiembre, la comba de unos pases.

A Los Ángeles Lakers iban a verlos jugar todas las estrellas de Hollywood, incipientes y acaso reveladas, consagradas y agraces como Nicholson; a los Celtics, en cambió, iba a verlos jugar Spencer, detective privado, más conocido como el actor Robert Urich, que murió hace muy poco, dejando así el poema decisivo de su serie ancestral de detectives al abrigo de libros venideros. Cuando Magic Johnson reconoció, en un programa de televisión, que era portador del virus del SIDA, los Lakers ya habían pasado su mejor momento, pero todavía resistían, era una pura fortaleza ante la intransigencia de los Bulls de Michael Jordan, que ya entonces hicieron disparar su hegemonía hacia lindes medidas por los astros. Estaban comenzando los noventa, y de los Lakers mágicos de Johnson apenas sí quedaba él, sólo él mismo, porque James Worthy se había retirado, como Jabbar, como Byron Scott -a quién taponó Jordi Villacampa, de manera espectacular y lírica, en la final de un Open MacDonald, luego de clavarles cinco triples- y también Michael Cooper, que recaló en Italia.

Quiere uno decir que Los Ángeles Lakers, así, en esencia, es un equipo mítico, y a este misticismo es al que ahora acude Pau Gasol. Queda en la suerte abierta sobre el aire el futuro posible de Navarro, al que Pau Gasol ha llevado a Memphis desde que compartieran cuarto y latitud no sólo en las categorías inferiores del F. C. Barcelona, sino también en la selección española. Pero Navarro es agente libre, y queda así a final de temporada. Gasol, en cuanto supere su lesión, podrá mirar al límite del sol que una vez brilló sobre Los Ángeles.

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