La Junta cambia de jerarquías

Al nuevo Gobierno andaluz se le ve, de entrada, sin personalidad. Normal, con tanta cara nueva

De la misma manera que todo el mundo lleva dentro un seleccionador nacional de fútbol, todos tenemos nuestra idea de cómo hacer un gobierno. Existe en Bélgica una figura inédita en el sistema español: el formateur, el creador de gobiernos. Tiene un papel señalado en los tres países del Benelux, donde siempre hay coaliciones complicadas, pero es imprescindible en el Parlamento Federal con sede en Bruselas, en donde hacen falta como mínimo seis partidos, tres flamencos y tres valones, para un ejecutivo viable.

Esta semana muchos nos hemos sentido formadores del Gobierno de la Junta y le hemos hecho a Juan Manuel Moreno la estructura. Por ejemplo, agrupar toda la educación, primaria, secundaria, FP y universitaria. O crear una Consejería de Medio Ambiente con agua y ordenación del territorio. Que Cultura no puede ser un apéndice económico y social de Turismo. Que el diálogo social debería estar en Empleo. Que Justicia e Interior están bien juntos, y más cuando se va a nombrar consejero a un antiguo secretario de Estado de Seguridad. O que cambiar Igualdad por igualdad de oportunidades parece de Vox.

Entre los nombramientos pasa lo mismo. El propio presidente ha confesado que lo dejaron en la estacada andaluces destacados, residentes en Madrid o Barcelona, que cuando supieron competencias, salario e incompatibilidades se echaron para atrás. Un formador del gobierno le habría desbrozado ese camino. Esta espantada de última hora retrasó durante una hora y cuarto el anuncio del Gabinete, mientras se remendaba la lista. Lo que significa que varios excelentísimos consejeros son segundo plato. Aunque no sepamos quiénes.

A este equipo se le ve, de inicio, sin personalidad. Normal, con tanta cara nueva. Ahora cambian las jerarquías. El que más agranda su papel es el presidente, impulsado por su mayoría absoluta y sin los hombres fuertes de la coalición. Los nuevos consejeros irán cogiendo peso. El primero, Antonio Sanz, que llegó a acumular no pocos enemigos internos en su época de brazo ejecutor de Arenas. Pasado el tiempo, con más veteranía, una buena labor como delegado del Gobierno en Andalucía y viceconsejero de Presidencia, adquiere credencial de número dos. Otra es Carolina España, quien por preparación, experiencia y capacidad puede ser uno de los puntales de este equipo como titular de Economía y Hacienda.

En casa es más fácil hacer una alineación de trece. Las de verdad, a veces se atrancan.

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