Jubileo etarra

La ceremonia de Arnaga busca indulgencia plenaria y el acercamiento de los 243 presos, 84 en Andalucía

En el País Vasco francés, que fue su santuario durante décadas, hubo ayer una extraña ceremonia etarra para buscar la indulgencia de la sociedad vasca, española e internacional. La banda se disuelve ante un centenar de feligreses de la paz, esperanzados en cerrar heridas con un proceso de reconciliación. Confieso mi escepticismo ante semejante jubileo. No confío en la buena voluntad de los derrotados; la soberbia sectaria no se elimina así como así. Ni siquiera han sido capaces de pedir perdón a todas las víctimas.

Los terroristas no van a reconocer que se equivocaron con tanta muerte, tanto daño, tanto dolor. Todo para volver a la casilla de salida de la democracia con más de 40 años de retraso, tras 853 asesinatos. Demos por descontado que no habrá una petición satisfactoria de perdón. Pero hay disculpas que muchos otros podríamos pedir. Por ejemplo, quienes nos alegramos de que mataran al primer ministro del dictador. Entonces, muchos consideramos héroes a los asesinos de Carrero Blanco. Un grave error; no hay asesinato justo, ni terrorista bueno.

También deberían pedir disculpas quienes añadieron más crueldad a los crímenes, aislando a viudas y huérfanos. Un sórdido ambiente retratado por Fernando Aramburu en Patria. O quienes atendieron el lema de Batasuna en las elecciones europeas de 1987, "vota lo que más les duele". HB consiguió un tercio de sus votos fuera del País Vasco y Navarra. Fueron más de 100.000 españoles que votaron por el dolor; diez mil en Andalucía.

Discrepo de la opinión de que la banda no ha conseguido nada. Sin los centenares de muertos de los años en los que se negoció la Constitución es probable que no se hubiesen recogido los fueros vascos y navarro, ni tampoco se habría negociado en 1979 a la baja el cupo vasco. Alguien debería pedir disculpas por eso. Como por la utilización de las víctimas con fines políticos. Rajoy no se ha excusado por culpar a Zapatero de traicionar a los muertos y vigorizar a una banda moribunda, cuando negociaba su desaparición. Aznar no ha lamentado llamarla Movimiento Vasco de Liberación en el 98. González no ha deplorado la guerra sucia de los GAL durante su mandato...

Y tampoco la prensa internacional se disculpó por calificar a ETA como grupo separatista, en vez de terrorista. Esos medios globales querrán hoy ser optimistas sobre el proceso de Arnaga: el inicio de un jubileo en busca de indulgencia plenaria y el acercamiento de los 243 presos que hay en cárceles españolas, 84 en Andalucía. Pero hace falta mucho perdón para que se lo ganen.

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