¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Pelotas, no; balas, sí
Vista aérea
AUNQUE no me gustaría seguir con los "quejíos cordobeses", que podrían dar para toda una saga modelo culebrón interminable, podemos observar, una vez más, que en nuestra Cordobita del alma sigue más que vigente aquella frase que acuñara el comediógrafo latino Tito Marcio Plauto: Homo homini lupus est. En efecto, el homo cordubensis también es un lobo para sus propios compatriotas. Por eso seguimos diciendo que somos senequistas y nos engañamos mutuamente, no sólo a los turistas. Valga un sucedido. A una conocida empresa cordobesa, abierta a mitad del siglo pasado, que ahora quiere subirse al burro del chollo-catering se le hace un pedido, más que mínimo, escasuelo y nada complicado y va, como casi siempre, y la pifia. Encima, va el presunto profesional al uso y te intenta convencer de que para que no trabajemos más de la cuenta las medianoches que se habían pedido, vacías para rellenar, ya las han rellenado ellos de jamonllós y queso, para que no trabajemos y que las cajitas de relleno encargadas, incluidas las habitas con jamón pues que podíamos tomarlas con cucharillas, que así están muy buenas y no hacen falta tantas tonterías de tarlatetas. Córdoba, tierra de camareros, la impresión que se lleva el turista. Deberían incluirlos en el paquete de Patrimonio de la Humanidad.
En su afán de convencernos nuestro interlocutor, que, bajo ningún concepto, admitía que podía haber habido un error, me recordaba a lo que los otros días en el XI Seminario Internacional de Periodismo y Medio Ambiente la paleobióloga, y si embargo amiga, Eloisa Bernáldez comentaba hablando de los basureros históricos. Citaba el concepto "lógica borrosa" que, frente a la lógica clásica que sólo admite dos valores, verdadero o falso, puede usarse para explicar el mundo en que vivimos, ya que sigue el comportamiento humano de razonar, sacando conclusiones a partir de hechos observados. En menos palabras, aquello de que todo depende del cristal con que se mira y si a mi surtidor del avío de merienda pensaba que iba más bien que apañado con las medianoches de jamonllós con queso más dos cajas de relleno por si acaso sobraba hambre, a mí me parecía un exceso de caradura a precio de escasa cordura y menos profesionalidad.
Sesudas valoraciones aparte, lo que no es otra cosa que una muestra de no saber hacer, y menos estar, sólo nos queda la denuncia y aquí entramos de nuevo en la lógica borrosa y nunca más senequista, valorar si vale la pena hacer una denuncia, que para algo sirven siempre (con el riesgo de que el empresario despida al camarero pero no enseñe la actuación correcta al sustituto), pero al mismo tiempo decidir si es eso es políticamente correcto o no, porque dependiendo de la lógica, ya borracha, según se vea la botella medio vacía o medio llena, te dirá que… así que ante esta solución ya sólo nos queda el Jesucito de mi vida, que consiste, como todos bien sabemos, en ese momento de la noche previo al abandono de la vigilia y en el que comenzamos a pensar, por si acaso los sueños se cumplen, con cosas más que agradables porque, ni de coña le vuelvo a encargar a esta familia ni un bollito de leche.
Lo bueno que tiene esta solicitud de deseos que hacemos desde la soledad y que es herencia segura de cuando el Jesucito de mi vida de nuestra infancia es que ahora se hace en silencio. Ya no tenemos encima un observador cargado de lógica borrosa o matemática que nos juzgue, somos nosotros mismos, desde nuestra condición de lobos esteparios, los que pedimos lo que queremos, hacemos y deshacemos y repartimos el bacalao, o lo que sea. Y sin necesidad de caer en considerar si es políticamente correcto o no, pedimos "pajaritos preñados" y decidimos cambiar el rumbo de la tierra o como aquellos locos de la guillotina, cortamos las cabezas, aunque sea metafóricamente, de todos aquellos inútiles e incompetentes que, a diario, nos rodean y nos fastidian los días que uno empieza nuevecitos con la fresca deseando que sea mejor que ayer.
Y esperemos no quemar antes de la cuenta a Carlota Álvarez, flamante Gerente de la Fundación Córdoba 2016. Bienvenida.
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