Crónica levantisca

juan manuel marqués perales

Irene garcía ruboriza

La presidenta de la Diputación no confiesa que ya no apoya a Susana Díaz por vergüenza, porque fue quien la salvó

Es muy complicado saber qué opina la secretaria provincial del PSOE de Cádiz sobre el relevo de Susana Díaz, pero poco importa. El peso de Irene García en su organización es tan prescindible como la institución que viene presidiendo: la Diputación. Cuenta un amigo que en la escala de Dante falta esta canonjía: que está el infierno, el purgatorio, el paraíso y, más arriba, la Diputación de Cádiz, que mira desde un cielo más alto al mismo Dios. Ey, ¿qué tal?

Irene García ha contado a algunos que está a favor del relevo de Susana Díaz; entre éstos, a José Luis Ábalos, número dos del PSOE. Pero es posible que el ministro no la entendiese bien. A otros le ha dicho lo contrario: que apoya a Susana Díaz. A quien esto suscribe se lo confirmó, pero no quiso que le entrecomillase la frase, y ahí es donde reside el problema de sus interpretaciones, no suscribe nada, sino todo lo contrario.

Creo que no lo hace por prudencia, sino por vergüenza. Irene García, líder del PSOE en Cádiz, se opuso a que Fernando Grande-Marlaska y Juan Carlos Campo fueran en los puestos de salida de la lista de las pasadas elecciones generales. Lo hizo porque es lo que le demandó Susana Díaz, a la que tampoco le gustaba que María Jesús Montero encabezase la lista de Sevilla. Ferraz no hizo caso, y Pedro Sánchez se pilló el penúltimo enfado con la ex presidenta de la Junta. Pero a última hora, Díaz fue a Madrid, se arrodilló ante el líder, le prometió lealtad y consiguió que Irene García, en Cádiz, y Fernando Rodríguez Villalobos, en Sevilla, siguieran disfrutando de sus canonjías. Lo de Villalobos es excepcional: lleva 17 años como presidente de la Diputación de Sevilla, es el Amat del PSOE.

Irene García no está ya con Susana Díaz, como no lo está el PSOE de Cádiz, a excepción de Juan Cornejo. Todos los demás o están con Sánchez o son agentes dobles, aunque con mayor prudencia para la doblez que la presidenta de la Diputación, cuya deslealtad con todos ha quedado al descubierto.

El problema del PSOE andaluz no es de candidato, es de partido. Ninguna formación sale indemne de una derrota como ésta, necesita rehacerse y formular una nueva propuesta a sus electores. En provincias como Cádiz, Málaga y Almería el vacío en las direcciones es mayúsculo, son personajes reunidos como retales, con su supervivencia como único motor.

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