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SON dos de las comunidades autónomas peninsulares más alejadas de Andalucía y, por diversas circunstancias, han conseguido que sus respectivos procesos electorales finalizados anoche hayan sido seguido con especial interés por el resto de España. La indiferencia -salvo para cuatro iniciados- era la tónica común; pero ahora no ha sido así, en las tabernas se han hecho cábalas, se han comentado los programas de unos y otros, y se ha criticado/elogiado a los candidatos como si acabaran de dar un mitin en el polideportivo de Fátima. La imperiosa necesidad de cambio en el caso vasco y la cadena de escándalos del cogobierno gallego han sido las causas de que el proceso electoral haya rebasado las fronteras autonómicas. Los resultados del País Vasco y de Galicia conocidos anoche son comentados hoy con más interés que cuando fueron los de Andalucía, que, como siempre, quedaron en un segundo plano.
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