Vaya por delante que no se trata de juzgar ni criticar las inquietudes de nadie. Que no va de tachar a unos u otros de simples, inconscientes ni frívolos o de sujetos interesantes, con criterio y bien informados; va de observar, de analizar comportamientos y esgrimir una humilde opinión sobre ello. Porque a todos nos pasa. Porque nuestras preocupaciones y lo que nos interesa en un momento u otro va cambiando, porque hubo etapas en las que nos despertábamos y nos lanzábamos al quiosco de la esquina para comprar todos los periódicos que nos cabían y echábamos el café largo leyendo y enterándonos de lo que pasaba por el mundo, por la patria y por nuestro barrio. Porque disfrutábamos de transistor en cada habitáculo mandando callar para no perdernos el boletín, la entrevista o el reportaje. Porque el rato del vermú era más cultureta, y en cada caña estábamos al día de estrenos, inauguraciones y actos de conmemoración o clausura -sí, incluso de chismes varios-.

Porque cuando salía el tema de actualidad, habíamos escuchado a decenas de contertulios, leído editoriales y artículos y podíamos debatir, discutir y rebatir. Y de repente … de repente llega la alternancia en las inquietudes y ya sólo mandamos callar para enterarnos del tiempo que hará mañana para ver cuánto abrigamos a la prole, que ya solo echamos un ojo a los datos de la bolsa medio concentrados para ver cómo vamos, de pronto la vorágine del día, el estrés en cada oficio nos lleva a desconectar, a hacerle, como mucho, un hueco al resultado del fútbol, y poco más. ¡Bastante tenemos con lo que tenemos! No nos da para más.

Nos centramos en nuestras preocupaciones, en lo más cotidiano. ¡Que no! Que ni las autonómicas, ni las locales ni las de la comunidad de propietarios…, que no estamos para tensión electoral, que tenemos un examen, un asunto en el curro, los niños, la familia, ¡que cómo nos vamos a leer, de verdad y entera, la sentencia del Supremo! Pero de pronto, volvemos. El temazo nos puede, vuelve a activarnos, el asunto concreto nos pone tanto, que hace que volvamos a consumir información, volvamos a buscar podcasts, a recortar periódicos, a tirar de tablet, de móvil, de cibernoticias. Algo que pasa nos llama la atención, nos remueve y nos reactiva la curiosidad. Volvemos a picarnos con el que nos contradice en la discusión sobre la actualidad. Sin sufrir, no nos habíamos vuelto lelos, solo teníamos inquietudes en tránsito.

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