Crónica Personal

Inquietud

Se comprende que millones de familias se planteen enviar a sus hijos al colegio. Tienen dudas y muchas preguntas sin respuesta

Para todo el mundo, occidental y oriental, del norte y del sur, está siendo un reto el inicio del curso escolar. Algunos países lo han planteado con más tino que otros, han tomado decisiones inteligentes y hay lugares en los que las clases han comenzado hace semanas. Las autoridades españolas deberían analizar las medidas que ya se están aplicando , puesto que en esas semanas han aparecido los aciertos y los errores cometidos. Nada es más fácil que copiar, copiar lo bueno, que falta hace porque está en riesgo la vida de alumnos y del personal docente, así como de los familiares de los alumnos y del personal docente.

Se ha iniciado el curso escolar en España con tantos flecos sueltos que se comprende que millones de familias sientan inquietud e incluso se planteen enviar a sus hijos al colegio. Tienen dudas y muchas preguntas sin respuesta, tienen miedo. De hecho, ni siquiera empieza el curso el mismo día en todas las regiones, varios gobiernos autonómicos han retrasado la apertura de las aulas por distintas razones sanitarias, estructurales o de falta de medios que aconsejan el aplazamiento. El Gobierno central, además, ni siquiera ha tomado decisiones respecto a la situación laboral de los padres cuyos hijos cumplan cuarentena por coronavirus; a nadie en el Ministerio de Trabajo se le ha ocurrido que en esos casos los niños no pueden quedar al cuidado de sus abuelos, y que lo lógico sería articular algún tipo de baja retribuida a los padres que deben quedarse en casa atendiendo a sus hijos.

No es España el único país que se enfrenta al reto de iniciar el curso durante una segunda ola de coronavirus, menos grave que la inicial pero que se está llevando centenares de vidas por delante. En esa situación se comprenden las reticencias de los padres tentados de incumplir la ley que obliga a la escolarización. El Gobierno se lava las manos y desvía la responsabilidad a los gobiernos autonómicos, cuando es de dominio público que ante un problema sanitario de alcance nacional es el Gobierno central el que debe tomar medidas; y en este momento el problema de la Educación con mayúsculas es un problema sanitario. No están en cuestión los programas educativos, ni las asignaturas, sino las medidas que hay que tomar para evitar una pandemia.

Los españoles conocen perfectamente cuales son las competencias transferidas, pero ya está bien de que el Gobierno central quiera hacer política con la Educación cuando le conviene y se ponga de perfil cuando las cosas se complican.

Se echa de menos un presidente de Gobierno con agallas para ponerse al frente de la manifestación.

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