Crónica Personal

Inquietante veto húngaro

Se dice que la UE es el paraguas protector frente a la gravísima crisis económica. Cuidado, el paraguas puede cerrarse

Nuestro gozo en un pozo. De momento. Pero si se concreta el veto de Hungría al Presupuesto europeo, al que en principio podría sumarse Polonia, los españoles lo vamos a pasar muy mal, porque se viene abajo el fondo de rescate, la única posibilidad de salir adelante económicamente hablando con este Gobierno que no acaba de comprender que no se puede gastar más de lo que se ingresa, y que nos lleva directamente a la quiebra.

El pasado julio, España logró que el fondo nos adjudicara una buena cantidad de euros, menor de lo que se esperaba pero una cifra nada desdeñable; parte en deuda y parte a devolver a largo plazo. El problema es que desde entonces Sánchez y su socio Iglesias no paran de promover iniciativas con las que aspiran a asegurarse los votos no solo de grupos parlamentarios sino de los ingenuos españoles que creen que el maná cae del cielo y son el presidente de gobierno y su vicepresidente segundo los que organizan el reparto mirando hacia los más desprotegidos. La verdad es cruda: la burocracia y falta de medios impiden al Gobierno administrar las ayudas y además no dispone del dinero necesario para cumplir las promesas que lanza prácticamente todas las semanas. Con un ingrediente añadido: el Gobierno se ha gastado ya el dinero que supuestamente iba a recibir. Si no llega, mejor no preguntarse cuál es el futuro que nos espera.

Las señales de alerta llevan sonando hace tiempo: no se ha concretado el reparto del fondo de rescate aprobado en julio, el plan Presupuestario que ha enviado el Gobierno a Bruselas las autoridades europeas lo consideran pura ficción, y el borrador de los Presupuestos en trámite parlamentario ha sufrido toda clase de críticas porque dispara el gasto y no es realista respecto a los ingresos.

A todo ello se suma la propuesta que ha provocado el veto de Hungría, y posiblemente de Polonia: la intención de la UE de examinar el grado de cumplimento de sus miembros de las normas obligadas en una democracia. Esos dos países no están dispuestos a que Bruselas les dé certificado de demócratas y, de momento, muestran las uñas arañando donde más duele: el dinero.

Ojo con España, o más bien con el Gobierno español: en las últimas semanas desde Bruselas han advertido que no gustaba el sistema de elección de los miembros del CGPJ que propone Sánchez; tampoco ha gustado el pacto con un partido que sigue sin condenar el terrorismo, y también ha expresado su deseo de que se prohiban los homenajes a los etarras.

Se dice que la UE es el paraguas protector frente a la gravísima crisis económica. Cuidado, el paraguas puede cerrarse.

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