Las tendillas

Ramiro García Vila

Ineptitud por omisión

PARECE como si la fiebre por la Capitalidad Cultural Europea del 2016 excitase la imaginación y la actividad neuronal de los responsables de las res publica local (léase autoridades municipales). Digo. Y también parece como si esa movida no tuviera otra válvula de escape que no fuera la construcción de "monumentos". Todos ellos "emblemáticos", faraónicos, mundiales, uniquitos y una serie interminable de atributos más. Eso sí: A efectos expositivos, los susodichos (monumentos) caben en una clasificación muy sencillita. Sin complicaciones:

Monumentos ya construidos. Un poner: Acaba de ser inaugurado un hotel, muy… estrellado él, ubicado en edificio levantado sobre el solar del que fuera Hotel Meliá de Córdoba. Un esperpento, a mi juicio, a la entrada de la ciudad, al que me referí, a la sazón, en columna con el siguiente titular: "Otro Monumento (al mal gusto)".

No me pareció exento de justificación (el titular), porque sigo creyendo que la morfología ferruginosa de las fachadas pugna con el gusto de la mayoría de los mortales que en el mundo habemus, supone un atentado a la inteligencia del homo sapiens más rudimentario, y resulta de muy dudoso respeto con el entorno monumental del inmueble. He aquí la joyita(!) arquitectónica que -fruto de las ocurrencias de los susodichos "responsables"- tendremos que tragarnos el "pueblo de Córdoba", que, por mor de una inaudita evolución terminológica, ha devenido en "los cordobeses y cordobesas", "los ciudadanos y ciudadanas", "la ciudadanía" y, a muy corto plazo, seguramente "el ciudadanío". Una metamorfosis lingüística obligada, en evitación de un intolerable lenguaje sexista que ya es… pasado.

Sin embargo, la construcción comentada y la evolución terminológica referida son una minucia si la comparamos con unos "monumentos" muy especiales: los que nunca se construyeron. Es el caso del llamado Palacio del Sur. Un Proyecto que data de hace más de ocho años. Desde entonces, las iluminadas seseras de nuestros jerarcas locales no han parado de funcionar. ¿En qué?: Exhibiendo la proyectada obra en foros internacionales, prometiendo a… "la ciudadanía" -y "al ciudadanío"- un "Palacio" único en el mundo. Una maravilla… de la humanidad, etecé, etecé, etecé.

Todo ello, a golpe de talón… de las arcas públicas. Ouséase: de los sufridos bolsillos de los currantes. Ouséase: De de la susodicha/o "ciudadanía/o".

-Y, ¿qué queda del susodicho Proyecto?

-Nada. Ya no queda ni el nombre. Ahora se llamaría Palacio de Congresos. Pero, a buen seguro, seguirá evolucionando… como "el pueblo" de Córdoba: Al final, el Proyecto(?) se quedará en lo que es: un "monumento" más… a la incapacidad de gestión y a la ineptitud por omisión de nuestros jerarcas.

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