Imagínese

Desde la II Guerra Mundial nunca había habido tantas personas buscando un país donde refugiarse

Imagínese que la situación de su país estalla. Estalla en un segundo, sin que usted se haya dado cuenta de que las graves cuestiones políticas que se han ido fraguando y asentando en su forma de vida, también en el sistema de manera progresiva, y de manera casi imperceptible son un hecho. Los cambios que esas políticas que están siendo instauradas, a golpe de decretazo, por sus líderes en el gobierno, están haciendo que la economía sea cada vez más frágil. Se empobrecen el pueblo y usted. Los efectos ya han calado en las gentes que han ido rebajando sus posibilidades de vivir con dignidad hasta el límite. Pero usted no se ha percatado del engaño que entraña esa persuasión política cuyas palabras bien sonantes le han ido hipnotizando o, sencillamente, le han encantado. Súbito, un día le acosan en las redes, le amenazan incluso de muerte por el color de su piel, por la religión que practica, porque es homosexual, porque es heterosexual o porque expone libre y públicamente sus opiniones políticas. Es difícil ponerse en esa situación porque vivimos en un país democrático que garantiza todos estos derechos ¿verdad? Si usted no se siente seguro de ser, hacer o pensar, y hablar en libertad, y tiene miedo, entonces tiene un grave problema. Su país tiene un grave problema, sus gentes tienen un grave problema. Y lo terrible es que nadie lo haya querido detener. Hay millones de personas en el mundo que tienen que huir de su país por uno de estos motivos, y por otros más. Gente que como usted o como quien suscribe, se han visto obligados a abandonar su hogar, su trabajo, su familia. Imagínese que, si estuviera siendo amenazado de muerte, tuviera que huir de su país teniendo que abandonar su vida. Dejarla atrás. Imagínese que jamás pudiera regresar. Imagínese que sale huyendo, sin dinero, y de las maneras más difíciles: cruzando la frontera o en un bote por mar. Si se tira al océano en busca de un país donde intentar pedir ayuda pueden pasar dos cosas: o que le acojan y le ayuden a encontrar un hogar, un trabajo, o que ese país no le quiera y termine ahogándose en gélidas aguas. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial nunca había habido tantas personas buscando un país donde refugiarse: 70,8 millones de personas se han viso obligadas a huir de sus hogares por una guerra, por la violencia y graves violaciones de sus derechos fundamentales. Por ser quien tiene derecho a ser, a hacer y a opinar. Pero esto ocurre solo en otros países, nunca pensamos que pudiera ocurrir en el nuestro. ¿O, se le está ocurriendo la barbaridad de que sí? ¡Qué cosas tiene, por Dios!

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