Iberismo europeísta

La mejor celebración de la gesta de Magallanes y Elcano puede ser el rescate de un iberismo que lleva años callado

Las celebraciones conmemorativas para que alcancen su mayor sentido deben, por descontado, rescatar del olvido el acontecimiento propuesto, pero también, gracias a ese recuerdo, tienen que incidir e iluminar el momento presente en que se vive. En una palabra, recuperar el pasado es una fórmula válida si gracias a esta experiencia se solventan mejor los problemas actuales. De no ser así, las conmemoraciones se convierten en meros espectáculos efímeros, desarraigados y narcisistas.

En los próximos meses se va a llevar a cabo un buen número de exposiciones, acompañadas de libros, congresos y seminarios institucionales, con la finalidad de abordar el quinto centenario de la primera vuelta al mundo emprendida y finalizada por una serie de abnegados y sabios navegantes de la Península Ibérica. Pero celebrar esta hazaña, una labor necesaria, también es una oportunidad valiosa para enfocar, desde otra perspectiva, aquellas viejas y conflictivas relaciones entre Portugal y España. Habría que hacer todo lo posible para que, al calor de este centenario, al mismo tiempo que se recupera la memoria del épico viaje oceánico, se estimulen las vinculaciones peninsulares del presente. En las evocaciones anteriores, los repetitivos intereses nacionalistas de cada país han impuesto su visión. Pero esta retrógrada querencia no debería prevalecer más. Además, los gobiernos respectivos de Portugal y España, receptivos ante esta necesidad, en el mes de septiembre pasado, decidieron conjuntar sus propuestas conmemorativas.

Quizás haya llegado, pues, la oportunidad de atreverse a un tipo de celebración sin antagonismos ni reproches, sin que un pasado lleno de grietas se sobreponga a la voluntad cooperadora del presente. Tal vez sea solo un gesto, un ejemplo, con más carga simbólica que real. Pero debe emprenderse porque daría también ocasión para recobrar la imagen del viejo iberismo que yace olvidado desde hace más de un siglo, a pesar de la fuerza de intelectual que tuvo su militancia (a uno y otro lado de la frontera). Aquellos iberistas con sus ilusiones, al querer vertebrar la Península Ibérica de forma solidaria y moderna, prefiguraron ya, en ciernes, una cierta idea de unión europea. La situación de una Europa cada vez más agrietada, reclama iniciativas de este tipo. Por eso, la mejor celebración de la centenaria empresa de Magallanes y Elcano puede consistir en conjuntarla y completarla con el rescate de un iberismo que lleva demasiado tiempo callado y cuyas sentidas voces de nuevo hay que movilizar.

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