INJUSTICIA Y MUERTE (y III)

La justicia tardía deviene, siempre, en injusticia. Pero si, además, es causa de infarto, la susodicha justicia deviene en atentado a la salud de todos

Iniciamos esta sucesión de "opiniones" con un único propósito: establecer la posible relación causa-efecto del binomio injusticia-muerte en determinadas ocasiones. Observamos, para ello, las circunstancias apreciadas a propósito de la defunción doña Rita Barberá.

El lamentable suceso ha hecho correr ríos de tinta. Pero nunca abordamos las causas que provocaron el fatal desenlace. Sí. Se dijo que los facultativos habían atribuido el deceso a un infarto. Pero seguimos en la inopia respecto de la causa o causas que lo provocaron.

A nuestro juicio, sería del máximo interés el conocer, con certeza, la causa exacta del susodicho infarto. A lo mejor, resulta que la causa del fallecimiento no fue precisamente el… "infarto", sino la "causa" del mismo. Debe ser así porque, entre los tratadistas de las distintas ramas de Derecho es muy conocido, respetado y aplicado un viejo principio de causalidad según el cual, "la causa de la causa es causa del mal causado" ("causa causae est causa causati).

Ignoramos las causas del infarto. A tenor de algunas fuentes (casi siempre de radio macuto) parece que doña Rita se murió "de pena".

Lo que sí sabemos, a ciencia cierta, es que la hoy difunta, doña Rita, fue víctima de varios procedimientos judiciales penales y muchas calumnias. Pero, hoy por hoy, ni una sola prueba incriminatoria. La hoy extinta fue sometida, injustamente, a todo un calvario procesal. Porque el estar pendiente de lo que resuelva la justicia resulta, en un procedimiento penal, siempre traumático. Mucho más cuando se resuelven con manifiesta tardanza. Debe ser por ello que se cuentan por miles los juristas que consideran "injusticia" la "justicia" aplicada con retraso. Y hasta el mismísimo Sócrates no dudó en afirmar que "Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía".

Obviamente, Las Tendillas nada tiene que oponer al criterio de los expertos. Mucho menos, a la sensatez de un sabio universal: Sócrates. En consecuencia tenemos que concluir: la justicia tardía deviene, siempre, en injusticia. Pero si, además, es causa de infarto, la susodicha justicia deviene en atentado a la salud de todos.

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