enrique garcía-máiquez

'Homeschooling'

Es fácil, muy fácil, admirar la educación en casa desde lejos y cuanto más lejos, más

Como ésta es una columna conservadora (en el sentido más reaccionario de la palabra), aquí hemos flirteado mucho con la idea del homeschooling. Ahora con la cuarentena tenemos una oportunidad de oro de padecerlo en nuestras propias carnes. ¿No queríamos homeschooling, eh? De manera que esos lectores que aprecio tanto, los más progres que yo (lo que no es difícil), podrían sonreírse y decirme que es puro karma, como dicen ellos. También podrían recitarme a Javier Salvago que cinceló estos versos inmortales: "Soñar es gratis, dicen. Sin embargo,/ quien ha soñado sabe que los sueños/ se suelen pagar caro".

En mi descargo, aduciré que yo siempre me declaré partidario del criptohomeschooling, esto es, de educar a los niños en casa, pero dejando que vayan al colegio a disimular y desfogar entre horas; aunque luego lo mollar de la educación se hiciese en casa. Lo tengo por escrito. Por otra parte, el Gobierno también está teniendo su propia ración de karma: el rollo plurinacional se ha disuelto en cuanto que, ante un problema real, hemos necesitado unidad; del lenguaje inclusivo ya no se acuerda nadie; ni de la penalización de los piropos; y, mucho menos, de aquello de que los niños no eran de los padres. ¿A que no?

Karmas aparte, es una magnífica oportunidad de practicar el homeschooling puro y duro. Sobre todo, duro. Decíamos (que esto sí lo dije yo) que, para los que amamos la soledad, la cuarentena sería apasionante. Pero no contábamos, ay, con que los miembros más danzarines de la familia también iban a estar de cuarentena. Hemos de ponerlos, además a trabajar, lo que dificulta mucho ponerse uno a trabajar. Tenemos que correr a gritarles que trabajen y que darles a la vez un ejemplo de laboriosidad silenciosa. Hacer nuestra tarea más preparar la suya por entre endiabladas aplicaciones informáticas. Distinguir entre sus dudas reales y aquellas otras que plantean apenas para hacer gasto de conversación. Mientras les casco para que no se casquen, les explico, muy pedagógico, qué es una paradoja. A ver si se les queda (la lección de la paradoja y la de que no hay que pegarse nunca). Etc.

De esta vamos a salir, tal y como dicen todos esos memes motivadores que recibimos incesantes (distrayéndonos de las clases particulares, por cierto). Vamos a salir admirando mucho mejor a los padres que optan por el homeschooling y admirando mucho más a los profesores de su colegio.

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