La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Hipocondría política

Las mayores catástrofes de la historia se han producido por esta obstinación en ignorar los síntomas

La hipocondría social y política consiste en la negación de los síntomas por miedo a afrontar la realidad. Algunas de las mayores catástrofes de la historia se han producido por esta obstinación patológica en ignorarlos o no darles la importancia que tienen. No poniendo remedios cuando aún era posible. El ejemplo más citado es la ceguera de los gobiernos europeos ante el rearme y la política expansionista de Hitler que culminó en los pactos de Múnich. Once meses después Alemania invadía Polonia tras ocupar los Sudetes, invadir Checoeslovaquia y anexionarse Austria. Lo mismo podría decirse de la ceguera de las sociedades alegres y confiadas de la Europa de la Belle Époque o de los felices -roaring twenties- años veinte. La Gran Guerra y la Depresión del 29 fueron la brutal irrupción de las realidades que no habían querido afrontarse. Y el fascismo, el comunismo y el nazismo sus duraderas consecuencias.

En la Europa actual, no siendo comparables las situaciones, saltan alarmas que se niegan o minimizan a causa de esa hipocondría política y social. Con el resultado del agravamiento del problema y el ascenso de los populismos de derecha e izquierda que proponen soluciones falsas, además de dudosamente democráticas y desde luego no éticas, a problemas reales que exageran en la misma medida que los partidos tradicionales los niegan o minimizan.

Una muestra es la deriva del PSOE desde la oposición al Gobierno en la cuestión de la inmigración, que plantea problemas y dramas inmediatos (ahogados, llegadas incontroladas, mafias, congestión de los centros de acogida) y futuros (integración) gravísimos. Y lo errático e irreal de sus respuestas. Hace unos días Marlaska dijo: "No permitiremos la inmigración violenta que atente contra nuestro país y nuestras fuerzas de seguridad… La inmigración legal y ordenada es posible". Lo primero supondría una política tipo Salvini o muro de Trump. Lo segundo no es cierto. ¿Cómo legalizar y ordenar las oleadas de desesperados que no temen ahogarse? Es habitual que se aluda a la emigración de españoles en los años 50 y 60 silenciando que estaba regulada por acuerdos bilaterales y ordenada por el Instituto Español de Emigración y la Ley de Ordenación de la Emigración. ¿Se puede hacer lo mismo con la inmigración africana? No. Y nada eficaz y a la vez humanitario podrá hacerse si no se afronta sin hipocondría tan compleja realidad.

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