Era sábado y llovía. Era un sábado de pandemia, de frío, con toque de queda y limitación de aforos, era un día de distancias mínimas marcadas, de prohibido fumar en mesa y prohibido más de seis. Amaneció soleado, con un cielo azul que tornó gris pero el cuerpo se nos quedó en color y no había ganas, no había más ganas de encierro.

Paseando exteriores, recorriendo calles y barrios al aire libre -libre de virus, ¡ojalá!-, cumpliendo pautas y medidas bajo límites perimetrales impuestos. Todo intramuros. Recorrimos obedientemente sólo espacios propios, pero con ojos foráneos. Porque a veces necesitamos las gafas del forastero para poder ver nuestros rincones de siempre con la mirada acertada. Las calles y callejuelas de cada día con otro ritmo y desde otras perspectivas, mirar los tejados y descubrir voladizos. Ver nuevos colores en los muros conocidos, detalles en las fachadas del camino diario. Aprendiendo a saborear el barrio como si fuese un destino.

Y así, una vez más, pero con otro paso y aquellas gafas, el bar más bonito de Europa, en nuestra avenida principal. Patio modernista, entre naranjos y luces, camareros sonriendo, recolocando parasoles y paralluvias, bandejas cargadas de educación y el plus, el extra, el no solo hacer, el embellecer; llovía, seguíamos inmersos en la pandemia. Allí había un concierto. El hacerlo bonito. Hacerlo aún más bonito.

La lluvia, los toldos mojados, las piedras y el charco inoportuno. Elementos en contra, muchos. El enclave seguía siendo mágico, ahora también sonada a la voz más elegante, que también es propia; Laura cantaba al final de la escalera. Ya era perfecto, no hacía falta más, pero había más, porque hay quien no desfallece, quien pese a la adversidad no desiste, no se limita a aguantar. Hay quien sigue y sigue puliendo y embelleciendo espacios para nosotros. Porque hay quien lo hace bonito, quien solo sabe hacerlo más bonito. Para sí mismo, para nosotros, para todos.

Como los comerciantes que nos traía Lourdes Chaparro en su entrevista a Pedro Jiménez, presidente de la Asociación Amigos Comerciantes Iluminando Juntos, hay quienes no se conforman, quienes no se limitan a resistir, quienes siguen luchando y jugándosela por hacerlo mejor y más bonito. A todos aquellos que teniéndolo difícil, no se limitan a hacer y tirar hacia delante, a los que siguen dando más; se dediquen a lo que se dediquen, nos dediquemos a lo que nos dediquemos. Todos podríamos echar un vistazo a esos, y llevárnoslo a lo nuestro. Aprender y emprender, hacerlo bonito, seguir intentando hacerlo aún más bonito.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios