Gratis total

Torra no pide, ni sugiere la conveniencia de, no, exige, aprieta, hace imposible la política. ¿Qué le pasa?

Hablamos del fuero, no del huevo, que se decía en el recio castellano. Lo de Torra, ¿cómo lo abordamos? No fue a San Millán porque iba el Rey y por lo de la revocación de los permisos a los políticos presos, condenados por el Tribunal Supremo. Además no pide, ni sugiere la conveniencia de, no, exige, aprieta, hace imposible la política. ¿Qué le pasa a este hombre? Por una carambola no está inhabilitado, aunque le falten tres minutos. Pese a todo ahí sigue dando guerra, bordeando la legalidad y arremetiendo contra las instituciones democráticas españolas; es el máximo representante del Estado español en el territorio de Cataluña pero, los hechos cantan, su comportamiento es la deslealtad y la bronca. En ocasiones no sólo conviene contar hasta diez, es preciso más. Pero también hay eso en el acervo popular del cuanto más te agaches, etcétera. ¿Qué desean estos españoles del noreste, a qué callejón sin salida quieren conducirnos al resto y a ellos mismos? En San Millán, Urkullu consiguió lo que pretendía, o casi todo lo que pretendía. Negoció duro y obtuvo réditos. Otros presidentes encontraron el lugar adecuado para exponer sus legítimas aspiraciones, las ayudas para afrontar la penosa factura que está dejando el Covid-19 en sus territorios. No es que fuera el lugar único en donde hacer valer los deseos y necesidades pero era un buen lugar, un enclave para la reflexión de calado: la lengua que nos une nació en el monasterio en donde se reunieron con Felipe VI los presidentes autonómicos y el gobierno español, los primeros "vagidos" del castellano lo pusieron los monjes de Suso en sus pergaminos. Estamos ahí, en el centro inaugural de lo que hemos llegado a ser y deberemos seguir siendo, todos, unidos. Por eso llama la atención el arriscado y presuntamente irredento Molt Honorable, su demoníaco juego del todo o nada, la unilateralidad por la que están presos sus políticos y esa voluntad de herirnos -en la persona de Su Majestad, las instituciones democráticas españolas, el sosiego necesario, el prestigio internacional del Reino de España o directamente- y agitarnos, pensando que el odio de los españoles es el combustible para el logro de sus objetivos imposibles. No es necesario recordar sus disparates, que le acompañarán hasta después de su muerte, es un personaje patético, un espantajo de nuestros peores días como sociedad política. Sube el clamor de que todo esto no puede salirle gratis total, nos la jugamos como sociedad abierta, libre y plural. Lo discutible, sea discutido. Y lo negociable, negociado. Lo de Torra y otros no tiene un pase. Quieren ser o ellos o nosotros, gratis total, y eso no…

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