Golpes de estado baratitos

Las democracias hacen mal en minimizar la sedición. Trump se fue de rositas y Puigdemont lleva el mismo camino

El Gobierno propone rebajar a la tercera parte las penas por el delito de sedición. Una cortesía con el independentismo catalán y vasco. Quizá Pedro Sánchez refuerce la mayoría presidencial que Rubalcaba bautizó como Frankenstein. Pero resulta chocante el abaratamiento de los castigos a quienes dicen a boca llena que lo volverían a hacer. Es posible que así saquen PSOE y Unidas Podemos los presupuestos. Pero lo que seguramente no ha valorado Sánchez es que sigue viva la herida sentimental que produjo en el resto de España el supremacismo catalán esgrimido en 2017 por Junts y Esquerra.

En los cinco años transcurridos desde la declaración de independencia, Puigdemont se ha reído de la Justicia española y ha desacreditado a su democracia. Que ahora pueda volver triunfante y presumiendo de martirologio sulfura a mucha gente. La coartada de que había un problema en Cataluña y se ha resuelto no vale. Seguimos con la matraca; el president Aragonès habló ayer de presos políticos, represión y ausencia de libertades. La desaparición del delito de sedición en el código penal reducirá la inhabilitación de Junqueras y los políticos que se quedaron a dar la cara por sus actos y recortará las penas futuras para Puigdemont y quienes optaron por esconderse. Se ha abierto una vía española al golpe de estado baratito.

Es posible también que el Gobierno haya acelerado este asunto para que dejemos de hablar de los muertos en la frontera de Melilla con el Barrio Chino de Nador. El 24 de junio unos 2.000 sudaneses y chadianos asaltaron de manera violenta las vallas de ese paso fronterizo. El resultado fue una matanza en la que se manejan cifras muy dispares entre los 23 muertos que admite Marruecos y los 37 de las ONG que operan en la zona. Al presidente del Gobierno le cogió en una cumbre en Bruselas y sostuvo que el asunto había sido "bien resuelto" por las fuerzas de seguridad marroquíes y españolas. En la siguiente semana, Sánchez hizo un largo camino de matizaciones para corregir una afirmación tan cruda. El acoso de la oposición y los socios del Gobierno al ministro del Interior por la actuación de la Guardia Civil en Melilla y la opacidad de la información en estos meses va a bajar muchos enteros con esta propuesta legislativa.

En todo caso, como ocurrió en Estados Unidos con el asalto al Capitolio en enero del año pasado, las democracias occidentales hacen mal en minimizar estas actuaciones sediciosas. Trump se fue de rositas y Puigdemont lleva el mismo camino.

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