El Gobierno ausente

Dos semanas después del 9-M, el Gobierno sigue esperando unos cuantiosos y enigmáticos pedidos

Grandes benefactores de la humanidad, como Leticia Dolera y Juan Carlos Monedero, ya se han pronunciado contra las donaciones de mascarillas de Amancio Ortega, mientras que el Gran Wyoming culpaba de la situación de Madrid a los recortes presupuestarios, señalando de modo expreso al partido de la señora Ayuso. Pudiera ser. Lo cierto, sin embargo, es que Jesús Candel, el médico conocido como Spiriman, lleva años denunciando los recortes de la sanidad pública andaluza (recortes debidos, como sabemos, al partido del señor Sánchez), y no parece que Andalucía sea una de las comunidades más afectadas por el coronavirus. ¿Dónde podríamos encontrar, entonces, una explicación a lo ocurrido en estos días?

Para hallar una explicación plausible no hace falta alejarse del entorno del propio señor Sánchez. Tanto su familia más próxima como algunos miembros de su gabinete se han visto infectados por el coronavirus a causa de su asistencia a la manifestación del 8-M. Manifestación que nunca debió permitir el Gobierno y que se unía, sólo en Madrid, a un mitin político de Vox (8-M), a un partido en el Wanda Estadio entre el Atlético Madrid y el Sevilla (7-M) y a un concierto de Isabel Pantoja en el Wizink (6-M), todo ello en los 72 horas previas a que el gobierno anunciara su plan de choque, cuyas dos medidas más relevantes han sido el encierro de la población en sus domicilios y la convocatoria de una cacerolada contra el Rey por parte del vicepresidente del Gobierno, señor Iglesias, quien hubo de saltarse heroicamente la cuarentena para arbitrar tan necesaria acción. Respecto de las demás medidas, es tan reiterado el desabastecimiento y la desprotección de los enfermos, del personal sanitario y de las fuerzas de seguridad del Estado, que no cabe hablar sino de imprevisión e inepcia en el Gobierno de España. Hasta el punto de que los servicios funerarios de Madrid se han suspendido, no por los recortes que dice el señor Wyoming, sino porque carecen de medios para protegerse.

El sábado pasado, dos profesoras de la Universidad de Sevilla, Sabrina Rivero y Sonia Romero, explicaban aquí cómo hacer test masivos de coronavirus -unos 5.000 al día, sólo en Sevilla- con la tecnología ya existente en los laboratorios y hospitales. Dos semanas después del 9-M, sin embargo, el Gobierno sigue esperando unos cuantiosos y enigmáticos pedidos, siempre a punto de llegar, pero que no acaban de hacerle caso al ministro Illa. Quién sabe, con otra cacerolada del señor Iglesias igual llegan antes.

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