Dialogo, encuentro, llamadas, conceptos básicos y elementales para todos. Sin embargo, los hay en otros ámbitos y con otros sentidos. Cuando el resto de los humanos dialogamos, nos citamos para poner en común planteamientos y ver si alcanzamos acuerdos. Uno va a ello con la pretensión, cuanto menos, de poder llegar si no a acuerdos, a algo de entendimiento. Se llega, se intercambian pareceres, se abordan materias, se buscan puntos de encuentro, se tratan las diferencias, se argumentan las diversas posturas y se refuerza lo común para poder alcanzar algo de armonía. Así funcionamos, pero nuestra clase dirigente nos pone por delante las otras acepciones de esos gestos. Todos nos vemos en la tesitura de acercar pareceres con quien se halla en postura opuesta a la nuestra y, lo hacemos como lo hacemos, sin embargo, los otros lo hacen de otra manera. Básicamente, ellos se citan, se hacen la foto, se sientan y poco más, luego suben a las redes un titular y la foto. De foto, bien, de lo otro, menos bien.

Esos son sus otros gestos, sin embargo, también es cierto que cuando sus gestos son de los nuestros, se les critica y condena. En la vida real, la gente dispar también coincide y, entonces, surgen de manera natural, escenas y momentos afables, hablamos de banalidades, damos pie a algún comentario simpático, entretenido sin más, a todos nos pasa; con quien no tenemos nada que ver, con quien está allá por nuestras antípodas ideológicas, uno habla del tiempo, de los niños, del precio de la fruta… y eso, que es humano, correcto y básico, nos chirría tanto en los de la otra clase, que se usa Compadreo y Traición, para calificar esas imágenes. Cuando Espinosa de los Monteros e Iglesias, ya saben, fascistas y comunistas, junto a Arrimadas, naranja -signifique lo que signifique eso- coinciden y nos regalan esa escena, perfidia.

Me gustó esa imagen, ese gesto, por humano, por ofrecer una escena momentáneamente alejada de la crispación, de los discursos del odio, seguramente menos rentable en votos pero mucho más humana. Ese gesto, es de los nuestros, como nuestro es preguntar al compañero por los niños, si la empatía llega a compartir experiencia en prematuridad, cómo no iban Casado y esposa a acercarse a Iglesias, en el penúltimo o antepenúltimo de los debates, a interesarse por los niños, cómo no iban a tirar de la galería de fotos del móvil.

Frente a la lectura de la deslealtad, yo reivindico esos gestos, me acercan, por humanos, por nuestros. No veo hipocresía ni incoherencia, nos veo a cualquiera de nosotros. Más gestos, más humanos de todas las clases.

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