En 1957, Manuel Jalón, ingeniero aeronáutico del ejército español, dijo "quiero poner a las mujeres de mi país de pie" y a renglón seguido patentó la fregona. Todo ello, gracias únicamente a tres sencillos elementos: un palo, unas tiras de algodón y un cubo. Hay quien, hoy en día, sigue pensando que puede poner en pie a las mujeres con un palo y otros que pueden hacerlo a palos. El 19 de noviembre de 1933 las mujeres españolas votaban por primera vez en unas elecciones generales. En las Cortes Republicanas de 1931, muchos temían que la mujer, tachada de "regresiva", pusiera en peligro la joven república.

Ganó el sí por 161 votos frente a 121 y en los diarios de sesiones de la época se recogen con detalle los argumentos de una izquierda dividida, que desconfiaba del voto de la mujer, influenciada por "la sacristía y el confesionario". En esas Cortes sólo había tres mujeres y, paradójicamente, dos de ellas, Clara Campoamor y Victoria Kent, protagonizaron las posturas contrapuestas en un debate intenso y finalmente, histórico. "No es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República", sostuvo Kent.

En esos años, las mujeres no estaban de rodillas, vivían de rodillas. Arrodilladas, para fregar, para hablar, para pensar, para hacerse oír. Imposible erguirse, ni apoyada en un palo. Te violan entre cinco animales, lo graban, lo difunden, te humillan, te abandonan a tu suerte, te roban el móvil, lo denuncias, te critican, te investigan, te ven sonreír dos días después, dudan de tu palabra, pasas de víctima a manipuladora, en dos segundos, y todo por sonreír. A esos hombres que forman las manadas sólo les falta redactar el manual de la violada ejemplar. Quiero pensar que el juez ha admitido esta prueba para evitar recursos, pero se abre otra peligrosa puerta. 44 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o de sus ex parejas en 2017. El odio en el hogar. El machismo de una sociedad traducido en asesinato.

En la era de las aspiradoras silenciosas, sin cable y sin residuos, seguimos arrodilladas. Con las rodillas en el suelo y siendo buenas profesionales y parecerlo, buenas madres y parecerlo, buenas compañeras y parecerlo, violadas y parecerlo, maltratadas y parecerlo. Manuel Jalón incorporó un interesante invento a la sociedad pero no puso a las mujeres en pie. Contra la injusticia nos ponemos en pie nosotras solas y una vez puestas en pie, sin ayuda de palos, nunca más arrodilladas.

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