Editorial

Final feliz en un conflicto que sigue

LA liberación de dos dirigentes políticas colombianas secuestradas durante cinco y seis años por la guerrilla de las FARC ha abierto una puerta a la esperanza en la solución de un conflicto armado que dura décadas y que convierte a Colombia en uno de los países más violentos del mundo. La puesta en libertad de Clara Rojas y Consuelo González, tras el chusco episodio protagonizado por los jefes guerrilleros de prometer la liberación del hijo que la primera tuvo en su cautiverio sin que el niño estuviera en su poder, ha sido posible por la mediación del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que buscaba, y ha logrado finalmente, recuperar su imagen de estadista deteriorada tras la última cumbre iberoamericana y el fracaso del referéndum constitucional con el que pretendía prolongarse en el poder en su nación. Su mayor adversario de la zona, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, lo ha reconocido así públicamente, reafirmando su voluntad de continuar negociando con la guerrilla a fin de lograr la tan ansiada paz. También la dirección de la facción guerrillera implicada (la otra, el ELN, no participa en estos movimientos) se ha mostrado predispuesta a pactar el canje de las decenas de secuestrados que todavía mantiene por varios cientos de guerrilleros encarcelados. Las diferencias acerca de cómo negociar y dónde -las FARC exigen el despeje militar de una extensa zona, en la que los representantes de ambas partes dialogarían- no deberían ser impedimento para hacer fracasar una negociación que exigen los colombianos. Es de destacar que la guerrilla, que nació con una voluntad liberadora y fruto de la pobreza extrema de amplios sectores populares y la incapacidad del sistema político para acogerlos en su seno, ha derivado a lo largo del tiempo hasta convertirse en una organización de características mafiosas, dedicada a la extorsión, opresora de los campesinos a los que dice querer liberar y con vínculos demostrados con el narcotráfico. Si aceptan su fracaso histórico y demuestran sinceridad, Colombia tiene la oportunidad, y la necesidad de mostrarse generosa con ellos.

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