El curso se acaba de manera oficial el próximo lunes para el alumnado de Primaria y el martes para el resto de enseñanzas obligatorias. Sin embargo, este final de las clases se cierra en falso a costa del covid-19. No ha habido graduaciones, ni esas fiestas en las que las familias se vuelven locas para hacer o confeccionar el mejor disfraz y encontrar el mejor sitio del salón de actos para ver cómo sus retoños hacen la coreografía o recitan la poesía que tanto ha costado aprender. Todo eso ha desaparecido por una pandemia que ahora parece comenzar a tocar fondo.

Las aulas están cerradas desde hace demasiado tiempo, septiembre está a la vuelta de la esquina, pero aquí no hay nadie que tenga claro cómo va a ser la vuelta. Mascarillas sí, mascarillas no. ¿Distancia social de metro y medio o de dos? ¿Una quincena de alumnos por clase y los otros desde sus casas?

Después de todo lo vivido y con el miedo inoculado ante el coronavirus, ¿quién se atreve a decir que eso de juntar a una veintena de alumnos es seguro? Hay ya estudios, como el último de la Universidad de Granada, que calculan que meter a 20 niños en un aula supone 808 contactos cruzados en dos días. Hay profesores que han calculado que mantener la distancia de seguridad entre pupitre y pupitre obligaría a disponer de aulas de 300 metros cuadrados. ¿Alguien está preparado para ello? ¿Qué decidan las comunidades autónomas, que para eso tienen las competencias? Esa ha sido la decisión del Gobierno, que a falta de tener una decisión en toda regla en este aspecto, sí que ha tenido tiempo suficiente en plena crisis sanitaria de sacar adelante una nueva ley educativa -la octava en democracia y las que restarán hasta que de una vez por todas se alcance un pacto educativo- que pone al pie de los caballos a la educación concertada y deja la cultura del esfuerzo a niveles ínfimos.

Resulta paradójico que con miles de muertos -la cifra seguirá siendo uno de esos misterios sin resolver de manera oficial, aunque no para las familias- sí haya tiempo para tramitar esta futura normativa que regirá el día a día en las aulas, pero eso de la vuelta al cole en septiembre siga aún en el aire y no haya medidas concretas. Las aulas cierran en falso y llegan las vacaciones de verano -como que mañana que es sábado-, con esa sensación de incertidumbre de qué va a pasar en unos meses y cómo será la vuelta al cole entonces.