Fichajes de invierno

Fichajes de invierno. Menudos fichajes de invierno. Ansias de luz en mitad de la noche futbolera

Creer en los fichajes de invierno es una cuestión de pura fe, como rezarle a San Pancracio sin haber comprado el boleto de la Lotería. Melones tempranos son esos contratos: que algunos salen dulces, los menos, mientras que la mayoría pasan por los clubes con esa sensación de nada que deja la fruta de invernadero en el paladar del adulto que recuerda los frutos intensos de la infancia. Por eso fichar en invierno, como a ningún futbolero se le escapa, es algo así como una llamada de auxilio en medio del desierto, un intento extremado de que el profesor te apruebe cuando llevas un 3,4 de media o un pagafantismo severo del pretendiente que sabe que sus opciones son pocas y que no hay otra vía que tirar de la cuenta corriente para aumentar las posibilidades. Y, claro, la cosa casi siempre acaba como acaba: con el desorientado muriendo de sed en mitad de las dunas, con el alumno caminando hacia el hogar paterno con su suspenso en la mochila y con el pagafantas viendo Sábados Noche en el salón familiar y bajo el monocorde son de los ronquidos de la abuela porque, entre invitación inútil e invitación inútil, no le quedó dinero siquiera para irse con los amigos a tomarse unas birras. Fichar en invierno, en fin, es un marrón, un marrón grueso, porque demuestra, como ahora le ocurre al Córdoba, que la planificación fue una ful y que ahora toca improvisar lo mejor que se pueda. De ahí, de ese error primero, llegan los refuerzos: el cordobés Javi Lara, buen pelotero sin duda, y dos chicos que a casi nadie le suenan y que aquí tendrán la oportunidad de reflotar unas carreras que andan al borde del precipicio a pesar de su juventud. En Mariano Bíttolo y en Sergio Aguza confiamos para que, en este baile de idas y venidas constantes y de pérdida de identidad que es el actual CCF, se asienten y sirvan para alejar el fantasma del descenso. A San Pancracio nos encomendamos para la cosa resulte, y al beduino que generoso presta su cantimplora, y al profesor conmiserativo, y a la guapa piadosa. A todo eso que uno jamás vio pero que igual existe e igual nos sorprende. Fichajes de invierno, menudos fichajes de invierno. Ansías de luz en mitad de la noche futbolera.

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