Rafalete, la gloria de san agustín

Feliz año

MUCHAS veces, por no decir todas, las cosas que no se programan son las que mejor salen, porque yo creo que la gente las pilla con más ganas o yo qué sé. Porque la cosa es que el día treinta y uno, a las una de la tarde, todavía no sabíamos lo que íbamos a hacer por la noche, que en los días de antes no habíamos conseguido ponernos de acuerdo en nada.

Como más de uno recibió una regañina de las buenas en su casa por lo que pasó el día de Nochebuena, como ya les conté la semana pasada, que más de uno apenas llegamos a la cena, no nos atrevimos a preparar nada para Nochevieja, que como dice ese refrán tan antiguo, no estaba el horno para bollos. Más de uno, por lo visto, tuvo que dormir esa noche en el salón, que hubo discusiones de las grandes, que según dicen se escuchaban los gritos desde la calle. Algo bueno tendría que tener estar soltero, digo yo, que si no tengo a nadie que me dé cariños, tampoco tengo a nadie que me grite, que todo tiene su parte amarga, como los pepinos. Pero a lo que iba, la cosa es que como somos gente muy inquieta en mi barrio ya el día de antes empezamos a hablar, y el mismo treinta y uno, por la mañana, ya era Cayetano el que estaba llamando a todos los amigos para que nos juntáramos para darle la bienvenida al año. Y como a ganas no hay quien nos gane y como los cabreos tampoco duran tanto como se pretenden, a eso de las dos ya estábamos liados preparando lo que íbamos a hacer por la noche. Anda que tardamos en pensarlo, que en otras cosas no, pero en celebraciones somos catedráticos.

Lo que sí tuvimos muy claro desde el principio, y sobre todo lo dijeron los casados, es que hasta después de comernos las uvas no nos íbamos a ver, que mejor no tentar la suerte y repetir lo de la semana anterior. Yo ya había llamado a Soraya para preguntarle que si se quería venir a casa de mi hermana a comerse las uvas, pero me dijo que siempre lo hacía con su familia, por lo que me callé y Santas Pascuas. Cayetano sí que vino, como todos los años, y nos regaló un décimo para el Sorteo del Niño, que yo no he conocido hombre más detallista. Y nada, hasta aquí todo muy bien, hasta que empezó la fiesta, que me llevé un palo de los grandes porque Soraya no apareció, ni tampoco avisó para decir que no venía. En fin, que mi año no ha empezado como yo pensaba, o sí, y me tengo que tomar las cosas como son, y aplicarme lo de año nuevo, vida nueva y ya está. En fin, que no siempre le va a salir a uno las cosas como quiere, que de cuando en cuando se tuercen y hay que tomárselo de la mejor manera. Al mal tiempo, buena cara, o eso dicen.

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